sábado, 29 de septiembre de 2012

El beso que no te di



No suelo yo partir con un adiós.
Sólo dije: "Hasta pronto",
y ya no te moviste de mi lado.

Caía mansa la lluvia
mojando mi inquietud
y tu silencio.

Y allí,en la oscuridad,
a la vuelta del mundo,
respirando tu aliento,
fueron tantas las ganas de besarte,
fue tan fuerte el deseo,
que,al fin,no te besé.

(Siempre fui un tipo ducho
en matar los impulsos
y en despertar los miedos)

Y ese beso frustrado
se lo guardó la noche,
para ella,
en su cajón de estrellas...

Y desde entonces,
siempre,
cada vez que te pienso,
la noche me recuerda
que es ella y sólo ella
la legítima dueña  de aquel beso.

Que se lo regalamos,
a la vez,
mi necia timidez
y tus temores necios.

¿Puede ser que ese beso que entonces no te di
me duela más que todos los que después he dado?

Puede ser.
Yo lo sé.
Me sigue como sombra dondequiera que voy,
como un negro fantasma noctámbulo y helado.

Ese beso que entonces no te di
es ya parte de mí...
¡Imposible olvidarlo!

domingo, 16 de septiembre de 2012

Septiembre




Septiembre es un paisaje de Van Gogh
con volutas de nubes en azul
sobre un ciprés pintado al carboncillo.

Septiembre es una estampa donde el sol
se oculta más temprano cada día
mientras tiñe los campos de amarillo.

Llamarlo por su nombre
es como sisear mientras se arrastra
por entre la hojarasca del robledo.

¡Ofidio de pausado serpenteo
que tiene ya resecas las escamas
del calor del estío!

En cualquier escarceo
te dejarás colgada de una rama
tu gastada camisa,ya baldía.

Septiembre de sutil melancolía
que enfrías el verano con tu aliento
aplacando el relumbre de los días.

Caminas sazonando los membrillos
y dorando las uvas en las cepas
mientras pintas las tardes de amarillo.



sábado, 8 de septiembre de 2012

El viejo tren




Parado en la estación desierta y fría

libera el viejo tren sus malos humos.
Ningún viajero acude, nadie llega
a ocupar sus asientos de madera.
Un silbido destroza la mañana
y el viejo tren se pone en movimiento
con adioses de humo blanquecino.
Arranca lentamente, con pereza;
con poca fe en sus fuerzas ya mermadas.
¡Qué chirriar de hierros oxidados
cuando abandona la estación desierta!
Poco a poco se arma de valor
y parece que anima su carrera.
Resoplando, ya sube la primera
pendiente que encuentra en el camino.
Corona el puerto con dificultad
y ya feliz, comienza la bajada.
Vuelve a silbar y se anima.
Baja veloz y seguro
de llegar pronto al destino.
Tiene muy claro el camino
mientras corre bajo el sol.
El humo blanco se eleva,
al cielo ya casi llega.
La vieja locomotora,
entusiasta, soñadora,
no para de resoplar.

Los árboles del camino
saludan con señorío
y aplauden el desafío
 de esta dama de metal
que ama la velocidad.
Corre y suda.
Suda y corre.
Nunca deja
de correr.
Cruza un pueblo
solo y frío.
Cruza el puente
sobre el río.
Se introduce
en el misterio
de un túnel
negro, sombrío,
pero nunca 
se detiene.
Corre, corre.
Silba, silba.
Ya muy pronto
llegarás
y en la próxima
estación.
Todo el mundo
gritará
cuando ya
vea llegar
a este viejo
y ágil tren:
¡Bravo!
¡Viva!
¡Bien!
¡Bien!
            ¡Bien!






                                       
                







 

sábado, 1 de septiembre de 2012

Nunca




¿Por qué nadie me dijo que no era ningún juego?
¿O acaso, como yo, tampoco sabían nada?
Poesía, poemas, versos...¿a qué precio?
¿Cuánto pagamos por cada verso nuevo?
¿Cuánto nos cuesta cada rima,
cada estrofa sacada de lo hondo?
¡Mucho!
¡Nos cuesta casi todo!
Nos cuesta un mar de llantos.
Un millar de lamentos.
Millones de punzantes pinchazos en el pecho.
Eso nos cuesta
cada vez que vertemos sobre el papel desierto
nuestros más escondidos y nobles sentimientos.
Cientos de sacudidas de nuestros pobres cuerpos
por hurgar en heridas cerradas por el tiempo.

Y todo ese dolor crea tal sufrimiento
que lo mejor sería
dejar de escribir versos.
Solo vivir la vida
como hacen casi todos;
ignorar la existencia
de nobles sentimientos:
el amor, la belleza, la ilusión,
la ternura, la inocencia de un niño,...
Ignorar la injusticia, el dolor,
la miseria, la terrible incultura
de millones de seres...
¡Sólo vivir la vida!
¡Solamente vibrar ante los nuevos dioses:
el poder, el dinero, el consumo salvaje...!
¡Eso sería lo práctico!
¡Eso sería lo fácil!

Mas, cualquier noche insomne
terminaría rauda
con tan mágica vida.
Y negros nubarrones
acudirían siniestros
desde el fondo del alma.
Y, sin saber por qué,
de nuestros tristes ojos
fluirían las lágrimas...

Y entonces,
¿qué hacemos los poetas?
¿Rompemos el silencio con gritos estertóreos
o dejamos muy dentro todos esos latidos
que pugnan por salir?
¿Morimos abrumados de tanto sentimiento
o damos rienda suelta a todos nuestros sueños?
¿Ahogamos para siempre la poesía?

¡NUNCA!
¡Eso sería la muerte
total del Universo!


                            1998

(Del poemario "Versos al atardecer")