domingo, 11 de enero de 2015

Mar primero







Te recuerdo algo esquivo,
como jugando al escondite con mi asombro.
A veces te mostrabas.
A veces te escondías
tras altos edificios de cristal.
Desde el viejo automóvil,
mis ojos,
abiertos al embrujo de tu magia,
no podían ya mirar hacia otro lado
que no fuera a tu azul inmensidad.

Intenso, impresionante mar primero.
Ese verte y no verte
hizo que el mito-mar de mis delirios
se hiciera aún más vasto,
más intenso,
más mar.

Padre Mediterráneo,
sólo tú podías ser mi mar primero.
Era un amanecer de besos púrpuras
que realzaban tu majestuosidad.
Fue allá, en Castelldefels,
al sur de la soberbia Barcelona.
Yo tenía quince años y tú,
toda una imperturbable eternidad.