lunes, 29 de mayo de 2017

Juan Ramón y el chopo




"Aquel chopo de luz me lo decía, en Madrid, contra el aire turquesa del otoño: Termínate en ti mismo como yo"- Juan Ramón Jiménez - "Espacio"

Juan Ramón Jiménez ha sido durante muchos años mi poeta favorito. Se puede decir que con él descubrí la magia de la poesía, con aquellos primeros textos que venían a modo de referencia o de ejemplo en el libro de Literatura del bachillerato de entonces y que hablaban  de pastores, de pinos, de rebaños soñolientos, de lunas,de esquilas que lloran, de pájaros, de huertos con su pozo blanco, de ríos oscuros  y de valles lóbregos envueltos en niebla. Me bastaba leer sólo esos seis u ocho versos para que la emoción me embargara, para sentir cómo mi espíritu se elevaba por encima de la frialdad del ambiente del aula o de la rutina de la vida en el internado. Los versos de Juan Ramón traían paz a mi alma a la vez que vestían con los ropajes más hermosos mi espíritu severo.
Con los años, al igual que le ocurrió al poeta, he evolucionado hacia otras formas de sentir la poesía, aunque no por ello hayan dejado de amar su poesía primera. Él terminó abrazando lo que llamó “poesía pura”, desnuda de adornos y ropajes. Yo me he ido acercando cada día más a una poesía más dura, más crudamente sincera y, sobre todo, más práctica para la vida, más real y, por tanto, más alejada de la ternura, del puro sentimiento por el sentimiento. La vida nos empuja con todas sus fuerzas hasta conseguir que dejemos atrás la blanda comodidad de la cuna y la cambiemos por el frío lecho de una madurez cada día más ausente de emociones puramente sentimentales. Así suele ocurrir, es ley de vida.

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A partir de hoy sólo escribiré desde el fondo de mí. A partir de ahora, mi poesía será la voz dormida que despertó una tarde de innovadas promesas para contar al mundo los desvelos de mil años de brega con mi yo más esquivo ante el inevitable destino. Ahora, mi poesía será a menudo áspera y cruda, pero siempre sincera. Desde hoy, por fin, comenzaré a escribir con la pluma del alma.

¿De qué sirve escribir si no lo haces sobre tus sentimientos, sobre la visión particular y única que cada uno tenemos del mundo?
El paisaje no necesita descripción. ya se describe solo. Pero sí necesitamos contar lo que sentimos ante él.
El amor no necesita cronistas que lo narren ni poetas que lo ensalcen, solo necesita que se viva intensamente para después contar al mundo lo que sentimos al amar.
La poesía solo tiene sentido si surge de dentro, de lo más profundo del ser humano para dar a conocer al mundo cómo es el alma de quien escribe. Porque ella-el alma- sí es difícil de entender e incluso de sustentar su propia existencia sin un análisis profundo y continuo como el que se origina cada vez que escribimos poesía.

Todo poeta -todo hombre- tiene la obligación moral de luchar por llegar hasta el final de su destino, hasta el rincón más recóndito de su ser. Para explorarlo, para conocerlo. Todos deberíamos luchar por terminarnos en nosotros mismos antes de partir definitivamente de este mundo. Lo mismo que aquel chopo inspiró  a Juan Ramón en Madrid para hacerle comprender que no debemos partir antes de dejarnos por el camino toda nuestra esencia, hasta vaciarnos de vida, hasta quedar agotados de vivir...Ello debería ser tarea obligatoria para todo poeta, para todo hombre..