sábado, 28 de julio de 2012

Eco

Fotografía propia (tomada con el móvil)


Recuerdo de siempre un eco lejano 
llegando hasta mí perdido en la noche,
cuando ya la luz descendió a los abismos 
y todos los ojos miran hacia dentro.
Es un grito errante que asalta mi ego 
en lo  más profundo de las horas muertas.
Es como un lamento de negros reproches 
que busca incesante mi angustiado yo.

Ese hablar conmigo sin previos guiones 
cada madrugada,
viene de los tiempos en que mi conciencia 
fue arrancada a golpes del plácido sueño 
de la dulce infancia.

No puedo dormir si no desmenuzo primero 
cada paso dado en el día que fue.
Y no dejo nunca de hacerme preguntas 
sobre la existencia o sobre la esencia 
de todas las cosas.
Sobre las razones del ser  y el estar.
Sobre la belleza de las hojas muertas 
danzando furiosas con el viento altivo 
bajo la tormenta.
O sobre tus ojos,que ya no me miran.
O sobre el inmenso poder del vacío 
que a veces se apropia del espacio frío
que dejó el amor.


Cuando el mundo entero cierra las ventanas 
para que no entre a gritar el silencio 
después de las doce,
abro yo las mías y espero a mi eco
que acude puntual a su cita a ciegas
con mi alma aprensiva,
a su charla inútil con mi soledad.