viernes, 2 de julio de 2021

Y tú...¿dónde estabas?


                                                       I

 

¿Dónde estabas en las frías mañanas en que el viento,

con furia desmedida,

azotaba las indelebles ramas del sauce en el jardín?

 

¿Dónde estabas mientras mis pies cansados caminaban,

cual fantasmas borrachos con sed de madrugadas,

por las calles solitarias y tristes

de esta ciudad inerte?

 

¿Quién te arrancaba risas cristalinas mientras yo,

en las tórridas noches del verano,

me asfixiaba con el insoportable aroma de las rosas

y me sentía morir por la presencia vigilante, callada,

de millones de estrellas?

 

¿Quién besaba tus labios mientras el vil deseo

se adueñaba de todos mis sentidos

y, como un pobre loco, buscaba tu presencia

en todas las miradas del camino?

 

¿Dónde estabas, mi amor, mientras mis ojos,

abiertos a la nada y húmedos de lamentos,

miraban sin mirar el absurdo vacío de la vida

a través de un cristal empañado

con vahos de fracasos?


¿Dónde estaban tus ojos de avellana,

de mirada tranquila cargada de tristeza?

¿Dónde tus dulces labios con lunares morenos

pordioseros de besos?

¿Dónde tu pelo negro revuelto por el viento de la tarde

antes de la tormenta!


¿Dónde estabas, mi preciosa hechicera de ilusiones tardías?

 

¡Por qué dulces veredas vagaría tu espíritu

en las noches eternas en que el tiempo

se paraba extasiado ante mi alma

contemplando, indolente, el paso del silencio!


 

                               II

 

Si en mi vagar absurdo por los campos baldíos

caminando indeciso al borde del abismo

o temblando de miedo y de cruel zozobra

ente los mil demonios que asediaban mis noches,

hubiera sospechado solo por un momento

que existías en el mundo y no solo en mis sueños,

hubiera hecho tañer mil campanas al vuelo

para contar a todos que buscar tu sonrisa

sería en adelante la única razón

para seguir viaje abrazado a la vida.

 

Y luego, al encontrarte, mi vida hubiera sido

un fértil río de dicha fluyendo entre tus brazos,

bebiendo de tus besos, manantial incansable

para matar la sed de todos los veranos

perdidos en buscarte por desiertos ignotos

sin el fluido vital de tu asombrosa fuente.