A veces lloramos porque no
llueve,
porque la sequía echa a
perder nuestros campos
y hasta sacamos los
santos a la calle
para que nos traigan la
lluvia...
Y otras veces lloramos porque llueve,
porque esa lluvia no nos
permite
sacar a los santos a la
calle en Semana Santa.
Y si además, por añadidura,
permanecemos impasibles
y no derramamos ni una
sola lágrima
por los miles de problemas
graves presentes a diario en el mundo
mientras nos exaltamos
hasta la violencia
porque a nuestro equipo no
le han pitado el penalti de turno
este domingo…
...¿Cómo nos extrañamos
entonces
de que Dios esté siempre
tan callado
y no se acuerde para nada
de nosotros ?
Está claro, un día ya
lejano
Dios salió por pies de
este país de locos
y nos dejó a solas con
nuestras neuras
para evitar contagiarse de
tanta estupidez.