miércoles, 18 de septiembre de 2013

La hermana Inocencia



                                                      (Basado en un hecho real)

La hermana Inocencia es andaluza, de Cádiz, pero por circunstancias de la vida, vive y trabaja en un pueblo de la provincia de Cáceres impartiendo clases de Religión en el Colegio Público de Educación Primaria de la localidad. Como buena gaditana, es de carácter alegre y disfruta con la música y el cante, pero es muy estricta en su trato con los niños. Piensa que los niños de ahora están demasiado "sueltos" y hay que volver a "domesticarlos" llevándolos por la senda del Señor.
Su sueldo, como profesora de Religión, es escaso. En parte por esa razón y en parte porque es de por sí bastante tacaña, vive de forma modesta, sin caprichos, en una casita propiedad del obispado y anexa a la iglesia, por la que paga al mes un alquiler simbólico. Le gustaría viajar y ver mundo,algo que no se puede permitir y todo su entretenimiento consiste en tomarse un cafetito de vez en cuando, pero sólo si la invitan.

Una tarde de final de curso, cuando más tarea tenía, llaman a su puerta.Abre y se encuentra con un hombre de aspecto sucio y desaliñado:

-Buenas tardes, hermana. ¿podría darle una limosna a este siervo de Dios que lleva dos días sin comer?
-Pues mire usted, hermano, dinero no puedo darle porque soy muy pobre pero si quiere comida ahora mismo le traigo...
-Gracias hermana, pero lo que yo necesito es un poco de dinero, unas moneditas  para mis gastos personales.
-Cuanto lo siento hermano, pero mi sueldo es escaso y no puedo darle nada. La vida está muy cara.
-Vamos hermana, sólo unas moneditas...

La hermana Inocencia empezaba a estar ya algo cansada  de aquel mendigo que sólo sabía pedir y comenzó a alterarse su ánimo, algo que solamente le ocurría en clase.

-Mire usted, buen hombre, si quiere un trozo de pan y unas croquetas que tengo en el frigorífico, se las doy ahora  mismo. Pero de dinero, ni hablar, no puedo darle...¿quiere el pan y las croquetas?
-Vale hermana, si no hay otra solución, venga ese pan.
La hermana entra y vuelve con media barra de pan del día anterior y un taper con cuatro croquetas que le sobraron de la cena.El mendigo se los coge pero antes de irse insiste de nuevo:
-Gracias hermana, pero...¿de veras no puede usted darme ni unas moneditas?
Bastante acalorada ya:
-Mire usted buen hombre,ya le he dicho que no, así que haga el favor de marcharse.Coja la bicicleta y váyase que ya tiene para la cena de esta noche...

El mendigo, al oír la palabra bicicleta y ver el brazo de la hermana extendido señalando, giró la cabeza y vio apoyada en la verja de la iglesia una bicicleta totalmente nueva. Sin pensárselo dos veces, dio las gracias de nuevo y como un rayo se fue para la bicicleta, se montó en ella y salió de allí como alma que lleva el diablo.
La hermana respiró  por fin tranquila aunque se extrañó de las prisas con que se había marchado el mendigo.
Cerró la puerta y volvió con sus tareas de final de curso.

No habían pasado ni quince minutos cuando volvió a oír el timbre. Se levantó resignada y fue a abrir temiendo que volviera de nuevo el mendigo. Pero no, era una chica joven y bastante apurada:

-Hermana, perdone que la moleste pero, ¿por casualidad no ha visto usted una bicicleta que dejé aquí apoyada en la verja? Me la regaló ayer mi padre, por mi cumpleaños...
-¡Aaaahhhhh! ¿Una bicicleta dices?
-Sí, hermana. La dejé aquí junto a la verja, sin seguro ni nada porque en el pueblo nunca desaparece nada.Yo es que he estado dando catequesis a los pequeños en la iglesia y...
-¡Aaaahhhh! ¿Pero era tuya la bicicleta?
-Sí hermana, era mía...¿la ha visto?
-Ay hija, cuanto lo siento. Me vas a perdonar pero vino un mendigo muy pesado y pensé que era suya y le dije que la cogiera y se fuera...y se la llevó.
-¡Noooo...! ¿Pero cómo ha hecho usted semejante cosa?
-Ah, hija. ¿Cómo iba yo a saber que la bicicleta era tuya?

Cuando la chica llegó a su casa y se lo contó a su padre, un hombre con  muy malas pulgas, ateo desde que era un niño y enemigo acérrimo de curas y monjas, se fue como un cohete al cuartelillo de la guardia civil a denunciar a la hermana.
Al día siguiente, la hermana Inocencia fue llamada a declarar y en su defensa dijo:
-Mire usted, soy inocente. Pensé que la bicicleta era del mendigo. El pobre estaba tan desmejorado, tan desnutrido, que no me lo imaginaba yendo a pie por esas carreteras, de pueblo en pueblo.

Tras un juicio rápido, la hermana fue condenada a pagar los 600 euros que costó la bicicleta con la condición de que si esta aparecía en buen estado, se los devolverían.
Y la hermana Inocencia salió del juzgado de guardia totalmente arrepentida de no haberle dado al mendigo al menos un par de euros. Se hubiera marchado en seguida y no la habría alterado como la alteró con su insistencia.

Por supuesto, la bicicleta no apareció jamás y la hermana Inocencia tuvo que aguantar, además de una vida más sacrificada que antes por la pérdida de los 600 euros, la burla de sus compañeros y hasta de los alumnos. Todos coincidían en que nunca un nombre estuvo mejor puesto que el de esta hermana de origen andaluz.






36 comentarios:

  1. Aquel no fue el mejor día de la Hermana Inocencia, precisamente.
    ¡¡Muy bueno este relato basado en un hecho real, Jerónimo!!

    Que pases una feliz tarde

    Fina

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  2. Que bueno, un escrito que nos hace reflexionar, quizás unas monedas...en fin.
    Igual esta mal que ella deba pagar, el que actuó de "mala fe" fue él, otra cosa para pensar, no?
    Muy bueno!!!
    Cariños...

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    1. Pues sí, como casi todos los relatos este nos deja más de un motivo para reflexionar e incluso para juzgar cada uno de los actos.

      Gracias Oriana.
      Un abrazo.

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  3. Me atrapaste con este relato. Pobrecita la Hermana Inocencia. Mi mama era igual, le ofrecía comida a los mendigos, o trabajo si eran jóvenes ( barrer las hojas, lavar los carros) no por tacana, sino por darles algo de dignidad.
    Muy buen relato!
    Un abrazo

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    1. Gracias Natalia, me alegra saber que te ha gustado.

      Otro abrazo para ti.

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  4. Qué bonito¡
    Vaya inocente, que era la hermana Inocencia.
    Bss

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  5. Pues vaya metedura de pata!!! Le costó un montonazo a la pobre! jaja!

    besos,

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  6. Me ha gustado mucho...

    Pobre monja, le salió caro el mendigo...

    Un beso.

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  7. ¡vaya!! ¿sería el día de los inocentes?. Bonito relato J.aunque no veo justo que pagará la bici, tampoco que le dijera al pobre como tenía que irse, jajjaaa. saludos

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    1. Bueno,en los relatos no todo es siempre justo, ni en la vida tampoco, ya sabes.

      Gracias Marina.

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  8. Digamos, que el pobre tuvo suerte...y la vida a través de la hermana le regaló una bici, que posiblemente necesitaba. Pero, no benefició a nadie más...Todos lamentaron el hecho. Mi felicitación por hacernos pensar y tenernos calladitos escuchando tu relato, Jerónimo.
    Mi abrazo grande y feliz noche, amigo.
    M.Jesús
    PD.No entiendo el significado de las primeras palabras de tu comentario.
    M.Jesús

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    1. Sí es cierto,el único que salió ganando fue el que más lo necesitaba, no había caído yo en ese detalle...
      Gracias por tu aportación María Jesús.

      Un abrazo.

      PD. Ya corregí el comentario que dejé en tu blog. No me extraña que no lo entendieras, me equivoqué al escribir.

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  9. Jobar también es mala suerte la de la hermana y mala follá la del mendigo. Que jodío anda y que dijo algo sobre tan estupendo regalo. Otra cosa que no me cuadra, la guardía civil no puede condenar a nadie que no haya cometido delito imagínate que mañana va uno y dice que te regala esa finca, vas tu te lo crees y el culpable es quien lo ha dicho. No se, no se. Es un lío en cualquier caso Jero. Ahora narrado está de la ostia amigo. Un abrazo.

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    1. Bueno amigo Karras, dos cosas:
      Una, que no siempre en los relatos tiene que cuadrar todo con la realidad. Aunque es un relato basado en un hecho real, el final (la sentencia del juez) es inventada porque lo cierto es que no recuerdo como terminó todo, lo que sí es cierto es que hubo denuncia.
      Y dos, aún así, no es lo mismo regalar una finca que una bicicleta. La finca no se mueve de donde está pero la bici sí...

      Gracias por tu interés y por dejar tu huella.

      Otro abrazo para ti.

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  10. Qué cosas pasan en Cuba, que cosas, válgame Dios, cuando hace calor se suda y cuando hace frío no...para mi que la más inocente ha sido la dueña de la bici. Un episodio pero que muy bien narrado, Jero. Un gusto leerte.
    Un abrazo, que pases buen día, amigo.

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    1. Jajajaja...me gustó el refrán sobre Cuba.

      Gracias María José, buen fin de semana, amiga.

      Un abrazo.

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  11. ¡¡Pobre monjita!!.

    Una buena historia que, incluso, te hace reflexionar.

    Un fuerte abrazo.

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    1. Pues sí, a toda historia se le puede sacar algún provecho si reflexionamos sobre ella.

      Abrazos Amalia.

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  12. jajajaj pues al mendigo yo tampoco le doy dinero
    y a la pajarona de la xica menos le doy el favor
    por qué la monja tiene que solucionarle el problema al mendigo si puede trabajar éste hasta de fregadero de baños y la xica no anda con su candado y cadena de seguridad en su bicicleta además la monja no es cuidadora ni aparcadera de bicicletas jajajaja

    cada quien debe velar por su propio destino sobre todo si son adultos sanos con sus sentidos plenos y sobre todo con ingenio, el mendigo para aprovecharse de la ocación cero dramas y la xica incapaz de hacerse responsable de sus propias acciones y posibles consecuencias

    na , una injusticia se hizo con la monja
    abrazos

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  13. Todo muy acertado en tu análisis Elisa.
    Me gustó la forma en que lo has expuesto, con su chispita de gracia.

    Gracias por tu huella y tu buen humor.

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  14. Grrrrrrrrrrrrr, ¡no me lo puedo creer!, después del rollo que te había puesto, ¿pero que le pasa a esta página que ya me ha pasado más veces?.
    Bueno pues ya no me repito.
    Solo te digo que una historia estupenda con la destreza que tienes siempre con tus escritos.
    Pobrecita monja, el padre de la chica un desgraciado, jajaja, la chica más inocente que el asa de un cubo por pensar que en los pueblos no roban, y el mengido quería "monis", para comprarse un cartón de vino o un paquete de tabaco, jajaja.
    Me ha encantado Jero. Abrazos.

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    1. Eldaaaa, te agradezco la visita pero no hace falta que me dejes los comentarios de tres en tres...:). Con uno me conformo.
      Sí, parece que algo raro está pasando con este blog, pero no sé muy bien el qué.

      Gracias amiga.

      Un abrazoooooo

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  15. Jajaja, pero qué cara pagó Inocencia su tacañería.

    Buena historia y bien contada.

    Besos

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  16. Y por lo visto, encima está basado en un hecho real, madre mía pobrecita la madre Inocencia, con razón tiene ese nombre...

    Me encantó tu texto, Jerónimo, y eso que venía pensando en leer una poesía.

    Un beso.

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    1. Bueno, en adelante también voy a probar con la prosa, a ver que tal.

      Gracias María.

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  17. Jajajajajaja, pues menos mal que no salieron otros tres del primero, jajaja.

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  18. Jerónimo, una historia divertida, por lo menos para el mendigo :)

    un beso

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    1. Sí, fue el que salió ganando, sin duda.

      Gracias Pepi.

      Un abrazo

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  19. Hermosa historia, que no había leído, y me lo estaba perdiendo... Inocencia, no podía tener otro final... Gracias Jerónimo, por todos tus comentarios en mi blog, por tus lecturas, lo agradezco mucho. Un fuerte abrazo y feliz fin de semana.

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    1. De nada Julie, no tienes que agradecerlo, voy de mil amores, me gusta la buena poesía.
      Gracias a ti por dejar tu huella.

      Un abrazo.

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