Y con septiembre, el otoño.
En sus tardes amarillas
se podaban las acacias.
La plazuela era una niña
de melena despeinada.
Nosotros, pobres guerreros
fabricándonos espadas.
Los domingos por la tarde,
en otoño, espadeando
¡por si miran las muchachas...!
Y el lunes por la mañana
con paso lento, a la escuela.
Escuela de leche y queso,
de tintero y de pizarra,
de las lecciones a coro,
del "Santiago y cierra España",
de los domingos a misa
y el jueves ,media jornada...
Escuela de catecismos,
del venid y vamos todos
con las flores a María.
De grises fotografías
colgadas en la pared.
De las glorias del ayer
y del incierto mañana...
Escuela de mil recuerdos
donde sólo te enseñaban
lo que al tiempo convenía...
y, sin embargo,
¡cómo añoramos la escuela
cuando entramos en la vida...!
En cierto modo, añoro esa escuela que no tuve por mi edad; esa especie de ingenuidad que capto en los tiempos de mis padres: disciplina, obediencia... pero también: imaginación, respeto, valores...
ResponderEliminarAl leerte casi me emociono, con todos esos toques de nostalgia por tu pasado. Y estos versos...
"La plazuela era una niña
de melena despeinada."
No podían ser más bellos.
Un abrazo
Sí...
ResponderEliminarAhora volvería atrás.
Cuando todos los futuros eran posibles.
Saludos.
Lo que más añora uno de la infancia, son los recuerdos de la escuela. Ella transversa la familia y la comunidad: los juegos, las costumbres, lo sacro, Claro, como bien lo dices, enseñaba lo que convenía. Un abrazo. Carlos
ResponderEliminarHay que ver con que mimo y detalle nos relatas tu infancia, con algunas luces y bastantes sombras, fue un periodo un tanto oscuro.
ResponderEliminarAl adentrarnos en la vida no enfrentamos a nuevos retos y cuando el presente no acompaña volamos al pasado o al futuro, en busca de lo que nos falta, supongo.
¡Un abrazo Joaquín!
Que bella nostalgia del pasado en Otoño..... Un gusto leerte amigo, saludos a la distancia.
ResponderEliminarQue bonito poema. Emociona recordar los años pasados. Desde mi Buenos Aires, los recuerdos de la infancia son otros, pero igual plenos de inocencia en esa escuela de un barrio humilde con calles de tierra.
ResponderEliminarmariarosa
Que bonitos recuerdos de infancia.
ResponderEliminarEntrar en la vida es dejar de jugar.
Y yo no quiero eso. Tampoco quiero crecer más.
Un abrazo.
Joaquín, nos dejas un poema otoñal, lleno de colores dorados y rojizos, donde toman vida las voces de los niños en la escuela y en el recreo. Tiene un ritmo vivo y pegadizo, que lo convierte en canción inolvidable y sempiterna, amigo.
ResponderEliminar¡Cómo añoramos la escuela cuando entramos en la vida...!
Por eso es todo un placer volver a la escuela en tus letras, sentirnos niños de nuevo y soñar que el tiempo no existe,que aún estamos aprendiendo a vivir.
Mi felicitación y mi abrazo por tu magia y amor a las letras.
ResponderEliminarEsa foto... No es la de mi primer escuela, de niña de 6 años?...Y ese poema, casi romance, no pude hacerlo yo, con casi casi el mismo contenido?...
Me he visto, con mis trenzas, mi delantal a rayas y mi braserito portatil por una calle empedrada, en un puebecito de ensueño...
Gracias, colega p,or esta emoción. Un abrazo largo, largo.
Soco.
Un delicado y tierno homenaje a ese tiempo en el que la inocencia era la reina de todos nuestros paraísos... (con una pizca de picardía también ;))
ResponderEliminarBesos, querido Joaquín.
Cada etapa vivida es genial y es provechosa😊👍
ResponderEliminarAsí es como vamos creciendo y madurando y haciéndonos libro para que otros lean😉
Abrazos Joaquín, buen fin de semana
Qué hermosura de nostalgia!!.
ResponderEliminarUn poema muy bonito y, además, emociona.
Un abrazo.
Hola Joaquín! Me has hecho sonreir con tu poema, nosotros somos seis hermanos y con tus letras me has recordado aquella infancia. Gracias.
ResponderEliminarAbrazos.
Sencillamente maravilloso. Recuerdos de una infancia vivida o soñada. Se echa de menos esos años tan llenos de todo. Cuando el tiempo sin tiempo presidía cada estaciòn del año.
ResponderEliminarFelicidades
Un fuerte abrazo
No solo un entrañable poema de otoño, en este otoño real, sino que es un deshojar de recuerdos vívidos que, casi paso a paso, reconozco como propio... ¡Todo! Pero el detalle de la leche en polvo y el queso que venía en latas desde América, eso creo recordar que decían, ha sido la puntilla de aquella realidad trasladada a día de hoy.
ResponderEliminar¿Habrá pasado realmente todo ese tiempo?... ¿No somos acaso los mismos, algo cambiados por las "modas" del vivir?
El relato, el retrato que haces de todo aquello, debería invitar a una reflexión sobre la vida llevada por cada quien hasta hoy. Dejando al margen pandemias y otras circunstancias actuales y centrándose en lo más íntimo de cada uno!
Lo que realmente cuenta. Lo que realmente se es!!
Fuerte abrazo amigo. Un gran trabajo!
Así es Ernesto,venimos de donde venimos y aquí estamos,a mil años luz en apariencia pero solo en apariencia. Aún recuerdo el sabor de aquel queso americano -en efecto,venía de América- amarillo y no de excesiva calidad aunque entonces nos supiera a gloria.Y de la leche en polvo,un complemento necesario para cientos de niños malnutridos.
EliminarTiempos,en efecto de incertidumbre,pero también fue el tiempo de nuestra infancia,algo irrepetible e insustituible,se viva como se viva.
Gracias a todos los que se han asomado a este rincón del tiempo y han dejado su huella.
Abrazos.
La plazuela era una niña...que hermoso Joaquín,guardo unos hermosos recuerdos de mi infancia,y me los has traído de nuevo a mi mente, "los recuerdos son como olas de mar, vienen y van.
ResponderEliminarUn placer leerte amigo, soy afortunada por ello.Gracias.
Un abrazo.
¡¡ Cuánta nostálgia¡¡
ResponderEliminarBesos.
Joaquín, es un poema magnífico.
ResponderEliminarMe he llenado de imágenes al leerlo.
Un tiempo teñido de pátina que has revivido, verso a verso, de manera magistral.
A mi poco me tocó vivir de aquella época, pero en tu poema, hay un eco.
Abrazo.
Carmen,Amapola,Verónica...gracias por vuestra presencia y opinión sobre esta estación de una infancia algo lejana ya. Abrazos.
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