LXII
Que se oculte la luna que no quiero
ver de nuevo su pálido semblante
que prefiero ser ciego caminante
por sinuoso y recóndito sendero.
Que se oculte detrás de aquel otero
que no quiero mirarla ni un instante
que si vuelve a cantarme su galante
cantilena de amor, de pena muero.
Ella fue la culpable, sólo ella
de que inerme la aurora me encontrara
suspirando de amor entre unos brazos.
¡Era tersa su piel! ¡Era tan bella
que al partir, el cantar que me cantara
me partió el corazón en mil pedazos!
Joaquín, admirable tu soneto musical, cadencioso y ciertamente lorquiano, ante la presencia de la luna y su cantar, que anuncia y presagia nada bueno...La luna y sus guiños de amor, de sueño y fantasía se erige protagonista del poema, en una personificación misteriosa y bella.
ResponderEliminarMi felicitación por esta joyita de aires clásicos, que nos regalas, amigo poeta.
Mi abrazo entrañable y admirado.
Es cierto que cuando añoramos a alguien, todo lo que nos lo recuerda, duele. Las noches de luna llena y el romanticismo, siempre van de la mano, por eso cuando el amor se fue, verla a ella traslada a esa ausencia que tanto daño hace. Es precioso el poema JOAQUÍN, ojalá si alguna vez sucedió, haya pasado y ya no te duela ver aparecer a la luna, un abrazo muy fuerte!
ResponderEliminarExcelente cantilena poeta amigo.
ResponderEliminarEmpezar el día con estas sensibilidades, relativiza la vida.
Abrazos Joaquín.
Aplausos Joaquín, un precioso y rítmico poema
ResponderEliminarla luna que culpa tiene de las torpezas humanas , nada, pero nos encanta echarle la culpa😅😅😅
Abracitos