Un café solo
Pausa y café
en mesa baja
de frío mármol
–como la tarde-
mirando al mundo
tras los cristales
sucios y opacos
del viejo bar.
Momento dulce
para mirarme,
para perderme
entre las ruinas
de mis derrumbes.
Para encontrarme
conmigo mismo,
viajero esquivo
que va sin rumbo
por los senderos
de un laberinto
con altos muros
de realidad.
Tregua ocurrente,
para lavarme
la ropa sucia
tras la batalla
por la decencia.
Para cubrirme
mis paradojas
–viejas heridas
de la razón-
con tibias gasas
de dignidad.
Pausa precisa,
para ser, sólo
por diez minutos,
pieza que encaje
en el engranaje
de este artificio
de sociedad.
Para engrasar
la noble rueda
de mis propósitos,
esa que oxidan
día tras día
las humedades
de este sistema
frío, parcial.
Un café solo
para curarme
los arañazos
de ese felino
sediento y ávido,
de ese salvaje
libre mercado
neoliberal.
Un café solo
a solas conmigo.
Luego, a la calle,
a ser de nuevo
sólo carnaza
para esa fiera
que nos enjaula
tras los barrotes
de “su” verdad.
A ser de nuevo
sólo un juguete
de este
sistema
ciego y
enfermo
cruel y voraz.
El sistema nos usa, nos tritura, nos olvida y nos entierra.
ResponderEliminarMenudo mundo se avecina...
Saludos.
Muy cierto, Toro. Así ha sido de siempre, auqnue no seamos a veces conscientes de ello.
EliminarSaludos.
El sistema se volvió sádico en contra de su creador , la resulta confirma que los humanos somos de tropiezos , caídas ,y repeticiones constantes
ResponderEliminarAbracitos
Somos tan inestables que seguimos cayendo una y otra vez en los mismos errores como dice la canción de Chavela Vargas.
EliminarAbracito, Elisa.
Palabras muy certeras Joaquín. Me ha encantado la canción.
ResponderEliminarUn abrazo.
Gracias Conchi. Abrazo
EliminarComo en el poema, uno solo vive de descansos donde sentado en un café con la mirada abierta al horuizontes, y una taza de café, siente que la felicidad puede ser, así no sea perpetua, sino de momentos para volver a caer en las garras de la jauría callejera. Un abrazo. carlos
ResponderEliminarSí, son momentos, pausas que debemos tomarnos para no enñloquecer en un mundo que nos utiliza.
EliminarGracias por pasarte Carlos.
Me ha encantado, Joaquín. A medida que lo leía parecía que eran mis propios pensamientos, mientras estaba en un viejo café en una pequeña y redonda mesa de frío mármol.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo :)
Me alegra saber que te gustó, Gumer. Gracias por pasarte.
EliminarAbrazo.
El café siempre nos lleva a una pausa para pensar, no solo en los traspiés y caídas, sino en quien las propicia cuando el sistema solo está para los de arriba, convirtiéndonos a los de abajo en marionetas de su vil expolio. El video cuánto refuerza tus versos. Un abrazo desde este aprecio colombiano. Carlos
ResponderEliminarCierto, necesitamos pausas así para mirarnos por dentro y reflexionar sobre el loco ritmo de la vida.
EliminarGracias de nuevo, estimado Carlos.
Un poema reflexivo, donde el poeta se enfrenta a si mismo, haciendo balance de lo vivido y del sistema, que lo limita y esclaviza...Con buen ritmo, buena cadencia y rotunda sinceridad va saboreando ese "cafe solo". Toda una "necesaria pausa" para reencontrarse a si mismo y poder encontrar cierto equilibrio interior para seguir adelante. Muy bueno, Joaquín.
ResponderEliminarTe dejo mi abrazo entrañable.
¡Cuantas verdades en estos versos Joaquín! En un sorbo de esa taza de café está todo el contenido de una sociedad manipulada, triste, sin apenas esperanza del ese verdadero sabor a café que es la justicia, el bien común. Un abrazo y gracias por esos versos tan poéticos y musicales.
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