sábado, 28 de marzo de 2015

Deseo





Todas las palabras que quise decirte 
en esta mañana de pre-primavera,
están ya engarzadas en viejos poemas.

Hoy sólo me llegan demonios antiguos 
saliendo del pozo profundo, obsoleto,
donde los metió el manual del respeto 
y las pulcras normas de la urbanidad. 
Un deseo dormido que hiere mis noches 
con gritos salvajes de años de galeras 
por las tristes aguas del mar de mis credos. 
Deseo que me acucia con ansias de besos 
y que ya no admite 
el viejo argumento del falso decoro. 

Y es que hoy te amo sin planes secretos,
sin miedo al futuro, sin sombras de olvido.
Y no hay mariposa entre los jazmines 
que no haya libado el néctar suave 
de tus labios rojos.
Y no queda nube en el cielo infinito 
que no hayan seguido tus ansias de vuelo.
Y todo el paisaje, de aquí al horizonte,
estuvo ya preso en tu inquieta retina 
mientras me buscabas entre la arboleda.
Y hasta el aire puro que entra en mis pulmones 
en cada suspiro por tu larga ausencia,
exploró primero tu tibia garganta 
en busca de versos para mis poemas.

Nunca como hoy, amé la primavera 
que, como un torrente sin guía ni freno,
inunda de sangre mis vacuas arterias,
fundiendo de golpe montañas de hielo 
de crudos inviernos sin tu risa alegre,
de noches eternas sin tener tu amor.

Tú eres el milagro que siempre se espera,
eres savia nueva 
para que rebroten mis ramas resecas,
para que no calle mi apagada voz.

                             

                                          Marzo- 2012 (Reedición)











sábado, 14 de marzo de 2015

Soneto LVIII (En blanco y negro)





Llegué dejando atrás -¡suerte la mía!-
dos décadas infames, onerosas;
crecí como los cardos y las rosas:
vistiendo las espinas de poesía.

Pasé la juventud sin alegría
vagando entre paredes silenciosas,
soñando con mañanas luminosas
junto a mi siempre fiel melancolía.

Cuando logré volar hacia la vida,
me cegué con la luz de su fulgor
cual incauta polilla desvalida.

Solo cuando encontré por fin tu amor
una tarde de risa compartida,
comencé a ver el mundo de color.


viernes, 6 de marzo de 2015

Siglo XXI















Hemos entrado en el siglo XXI, es cierto, pero ¿es tan distinto este tiempo del de hace cinco, seis o siete siglos?


En muchos aspectos sí lo es,como por ejemplo en los avances que ha experimentado la tecnología, la medicina,las ciencias en general o los medios de transportes o de comunicación entre otros, pero ¿se ha producido también ese avance en cuestiones como la armonía social, las normas cívicas y morales por las que nos regimos, las ideas políticas y religiosas, el mejor reparto de la riqueza en el mundo...?. Me temo que no.


Demostrado de sobra está aquello de que la historia se repite, de que nos regimos por ciclos que nacen y mueren y que vuelven a nacer al cabo de un tiempo parea volver a desaparecer.Nos regimos por épocas que inventamos para contrarrestar el cansancio de la época anterior pero que en el fondo no son nunca nuevas.Así,al Clasicismo griego y romano de normas estrictas le siguió una Edad Media donde se rompió con las normas para dar lugar al caos de la improvisación.A esta sucedió un Renacimiento de las normas clásicas y al Renacimiento sucedió un Barrroco donde la libertad artística y de pensamiento se adueñó de Europa.Y,como no podía ser de otra forma,tras el barroco colorista y excesivo en adornos,surge un nuevo movimiento de líneas estrictas, el Neoclasicismo...Y así sucesivamente con el Romanticismo, el Realismo, el Modernismo...etc, etc. 


Pero a pesar de todos estos ciclos,de que los conocemos y los hemos estudiado a fondo y de que por ello sabemos de los miles de errores que se cometieron por el camino, la humanidad sigue sin aprender apenas nada, sin sacar partido  a toda esa rica experiencia histórica.Somos tan torpes o tan malvados que no hemos sido capaces de aprender nada de nuestra experiencia colectiva como humanidad.Nos salva quizás un poco el acervo cultural que hemos ido desgranando en todos esos siglos de existencia, pero no es suficiente si ponemos en el otro platillo de la balanza la montaña de errores y despropósitos cometidos.


La historia de un pueblo, de cualquier pueblo, no es solamente un compendio de acontecimientos y vivencias, sino también y sobre todo, debería ser un manual de conocimientos para aprender a vivir, a superarnos cada día como pueblo rechazando lo malo y adoptando lo bueno. Pero no queremos aprender y por ello repetimos siempre los mismos errores una y otra vez, volviendo a caer en la desgracia colectiva ciclo tras ciclo.Así somos los humanos.


Todo ello hace posible que, en pleno siglo XXI, siga existiendo en Europa lo que por aprendizaje a partir de la historia debería estar ya superado desde hace mucho tiempo,a saber:


-Sigue habiendo enormes diferencias entre unas clases sociales y otras.Tanta que solo unos pocos privilegiados acaparan la mayor parte de la riqueza mientras que aumenta día a día el número de aquellos que viven en la pobreza, a veces extrema.


-Seguimos siendo engañados como pueblo por los políticos de turno que nos prometen el cielo en sus campañas electorales y luego no cumplen nada de lo prometido.Y encima,muchos de ellos, con una ambición sin límites, terminan por caer en las redes de tramas corruptas sin importarle lo más mínimo robar a manos llenas lo que es patrimonio de todos.


-Sigue habiendo guerra real en Europa -Ucrania en la actualidad o Servia hace un par de décadas-  y también guerra económica (¿cómo llamar si no a la política económica diseñada por la UE para los países miembros donde los países del sur se endeudan hasta límites insostenibles que están pagando los ciudadanos mientras los del norte apenas notan la tan cacareada crisis en sus bolsillos?)


-Ahora, más que nunca, estamos contaminando el planeta hasta límites insospechados y ya se están empezando a notar las consecuencias. Una contaminación producida en su mayor parte por los vertidos de las industrias tanto al mar como al aire y por una desforestación salvaje.Y todo ello para enriquecer a una mínima parte de la población.


-Seguimos,por fin,confiando en una providencia divina que venga a solucionarnos nuestros problemas sin apenas participar en la vida política de nuestros países, casi siempre por comodidad, cuando no por falta  de información (a pesar de la existencia de internet) y, sobre todo, por falta de formación.


Este es el panorama en pleno siglo XXI. Somos muy modernos, cierto,  pero en muchos aspectos fundamentales pienso que seguimos anclados en la Edad Media.