lunes, 6 de marzo de 2023

Geisha

 


De nuevo llora Willians en mi viejo pecé

al remembrar sus lánguidas Memorias de una Geisha

y esa boquita roja que ilustra la portada

sobre níveo rostro de fina porcelana

remoza por igual mi excitable memoria 

y hasta el palacio gris de mi nostalgia

parecieran volar las notas de violín

en busca de tus ojos almendrados,

de tu imagen de geisha azul, lejana.

Y acuden en tropel aquellos dulces días

en que te ibas dejando sin saberlo

melíferos trocitos de ti por los rincones

de mis horas sin alma.

 

Regresan los recuerdos

golpeando con fuerza en mi ventana

cual fantasmas surgidos de la niebla

pidiendo que les abra,

que me traen, prendido en sus embozos,

tus labios de princesa enamorada

para hablarme de nuevo de promesas,

de sueños imposibles,

de soledades muertas,

de anhelos infinitos en la noche

bajo la luna llena,

de aquel tiempo feliz y compartido

que ahora yace enquistado

en esa frágil urna de cristal

que es la incierta memoria

de donde solo el eco ya me llega

cual susurro del viento entre las ramas

de un sauce malherido y soñoliento.

 

 

Y acuden, enlazadas con las notas,

tus hermosas palabras,

aquellas que impactaron como dardos

en mi yerma desgana

para sembrarla de fértiles semillas

que al brotar se dejaron en mi huerto

feraces plantaciones de esperanza.

 

Pero esas mismas notas de violín

me traen también olvidos y distancias

que se elevan como una cordillera

que levanta sus crestas imposibles

entre mi corazón y tu silencio,

entre tu frialdad y mi nostalgia,

hiriendo mi ilusión como una espada

entre la oscura noche de mi ocaso

y la brillante luz de tu alborada.