PAISAJES QUE RETORNAN
martes, 15 de octubre de 2024
sábado, 5 de octubre de 2024
NIÑOS
Ser niño significa sentir que la vida está
llena de muchas alegrías y de algunas
pequeñas y esporádicas tristezas.
Más tarde, el día en que te das cuenta que las pequeñas y las esporádicas son
las alegrías, ese mismo día es cuando dejas de ser niño para siempre y te
conviertes en un vulgar adulto que los otros adultos han captado para su secta
AAN (Adultos Asesinos del Niño). Del niño que un día fueron.
martes, 24 de septiembre de 2024
Tras el viento
Se marchó tras el viento del otoñouna tarde de sábado con prisasy en los blancos senderos de mi almase dejó un frío manto de hojas muertasque crujían de dolor a cada pasode mis horas vacías sin su risa.Cada noche a través de la ventananoviembre me traía su recuerdo. .Solo el viento me hablaba de su ausenciacon silbos lastimeros de nostalgiaque luego yo vestía de poesía:alimento ficticio para el alma.Aquel otoño fui sólo un fantasmavagando por los múltiples rinconesdonde sus manos exploraron mi espalda,donde sus labios besaron mi tibieza,donde sus ojos, abiertos a la noche,reclamaban de mi absurda indolenciaal menos el calor de la palabra.Se marchó de repente, sin razones,tras la estela de un sueño nuevo y vivollevándose con ella mi silencio,dejándome su risa, su miradaflotando en el vacío de mis noches,grabadas en mi mente a fuego lentopara incendiar las frías madrugadas.
jueves, 5 de septiembre de 2024
Los últimos amantes
Ríen abrazados los últimos amantes junto a un mar ahora plácido y casi liberado de miles de ruidosos turistas de ocasión. Apuran los atardeceres de este intenso verano cálido y envolvente entre abrazos y risas. Y en cada nuevo abrazo, se funden en un beso largo y apasionado mientras el sol se muere de viejo a sus espaldas ahogándose en el mar.
Se atemperan
las tardes de este septiembre neutro y anodino. Mientras, sus días obreros van
torneando una preciosa cuna con madera de hayas, de sauces, de castaños...para el
otoño-niño que llegará una tarde cualquiera entre brillos dorados y entre
sábanas tibias. Y un viento renovado anunciará, con ráfagas de lluvia, su feliz
nacimiento.
Nos llegará el otoño con un sol amarillo bajo el brazo y una risa de ámbar
transparente que hará brotar, cual manantial divino, el mosto azucarado de las
cepas.
Se despereza
la luz de la mañana sobre los tejadillos repletos de vencejos soñolientos aún.
Más allá de las torres sin almenas, se desnuda la sierra de perennes verdores y
se pone su camisón de niebla para dormir un sueño que durará seis meses, hasta
la siguiente primavera. Es tiempo de nostalgias, de añoranzas de unos días
sin horas y sin prisas que, al igual que las aves migratorias, se escaparon
huyendo de los fríos. Es tiempo de reposo, de planes y proyectos para el futuro
incierto que, como un tren cansado y renqueante, nos lleva sin remedio, entre
enormes volutas de humo negro, hacia el túnel oscuro del invierno.
Los últimos amantes regresan a sus casas de cálidos salones con paisajes marinos que a ratos mirarán con furtivas miradas de ojos entornados. Dejan atrás la playa y se llevan, guardados bajo llave y en cofres de colores, las risas y los besos del verano. Es su mayor tesoro.
El próximo verano volverán para rendir tributo, un año más, al amor, a la vida...
lunes, 12 de agosto de 2024
Este extraño verano de silencios y cantos de sirena
Amanece.
El alba se sonroja.
Inhalo el nuevo día que me llega
con un intenso aroma de magnolias.
La aurora hace su magia
y extiende sobre el parque desierto y taciturno
un soleado manto de esperanza
que se dejó olvidado la noche, para mí.
En el aire, dádivas de ternura para el alma,
cansada de morir.
Mediodía.
El sol, desde lo alto, nos vigila.
Incendia las ideas.
Y me da por pensar cosas extrañas...
¿Es el amor más dulce que el olvido?
¿Será la vida sólo un breve desvelo sin sentido
entre dos largos sueños de imperturbable paz?
Mediodía, silencio.
Mediodía, calor, abulia, siesta,
piel húmeda, pereza
incluso de existir, de ser persona...
A la tarde, las petunias dormitan y descansan
de su orgía con el sol.
Y una brisa, oculta todo el día,
asusta, de repente, a dos zorzales
que buscaban semillas entre el césped.
El alma se serena.
La tarde nos rodea con sus brazos
de madura y experta cortesana en busca de consuelo.
Las palabras comienzan a surgir
para un triste poema de besos y nostalgias.
Para un fugaz poema
que se irá con el viento, como siempre,
en busca de tus ojos.
La noche me fascina,
desde niño.
¡Es tan bella la palabra crepúsculo!
¡Se ve tan insondable, tan secreta!
La noche se me antoja
una oculta utopía de la vida,
un fecundo vacío
capaz de las proezas más sublimes.
La lágrima postrera del dios Zeus
tras crear el Olimpo.
Es por eso, tal vez, que en la noche me pierdo
con frecuencia,
entre dulces delirios de grandeza
o entre lánguidas notas seductoras
de cantos de sirena.
2020
(Poema reeditado y mejorado…creo)
sábado, 3 de agosto de 2024
Desde la terraza (V)
-V-
De
domingos y lunes
Hay tardes como esta de un domingo cualquiera en que todo se agolpa sin tú quererlo frente a las puertas del oscuro salón de la nostalgia. Son tardes silenciosas, de irritante parsimonia, en las que todo es posible, incluso neutralizar la poderosa e irresistible fuerza del paso de las horas. Es como si el tiempo se detuviera sobre el tejado gris de ese salón mientras se va llenando de recuerdos antiguos que parecían dormidos para siempre. Nada que ver con una tarde cualquiera entre semana, cuando tenemos una cita con el mundo y el tráfico y las prisas nos minan la moral pero, al mismo tiempo, nos despiertan el amor propio y la dignidad y nos incentivan –dicen- las ganas de vivir. Aunque en el fondo, todo ese ajetreo desmesurado, tampoco suele llevarnos a parte alguna. Simplemente corremos porque alguien nos dijo un día que era necesario para no llegar tarde a la vida. Y nos lo creímos.
Las
tardes de domingo se alimentan de angustias, de macabras ideas escondidas
durante la semana bajo el alcantarillado de ese ir y venir desmesurado. Son tardes en las que regresan a tu lado los
dogmas en los que un día creíste pero que luego te fuiste dejando por el
camino. Y vuelven para gritarte a la cara que eres un desagradecido, que los
dejaste abandonados a la intemperie bajo el fuego cruel de las consignas. Que
los cambiaste por ideas peregrinas de brillos excesivos y dañinos para los ojos
del entendimiento y de la razón. Tardes donde regresan los recuerdos más
negros, los más espeluznantes y macabros. Aquellos que te amargaron alguna vez el
día echando a perder tus sueños más sagrados. Aquellos en los que nada podía
salir mal pero que nada salió bien.
Las tardes de domingo son la antesala de la muerte, de todas las muertes posibles, las reales y las ficticias. Todas las voces adormecidas a golpe de los más crueles y variopintos somníferos, parecieran despertar al unísono en esas horribles tardes. Y te escupen a la cara los más tristes, los más extraños, los más amargos y crueles recuerdos de un pasado que nunca hubieras deseado vivir.
El
final del domingo supone siempre una liberación. Dormir y despertar al día
siguiente, aunque se trate de un lunes vulgar, es siempre una especie de
resurrección a la vida. Comparado con la agobiante tarde del domingo, el lunes
es ese hermoso claro donde aterrizar para adentrarnos en la intrincada selva
de la semana que tenemos por delante.
jueves, 18 de julio de 2024
En cimas imposibles (Glosa)
Glosa Nº 5
Apegada a mis
brazos como una enredadera
las hojas
recogían tu voz lenta y en calma.
Hoguera de
estupor en que mi sed ardía.
Dulce jacinto azul torcido sobre mi alma.
Pablo Neruda.
Mi dicha era infinita si al despertar
sentía
junto a mi cuerpo el tuyo bajo la luz
primera,
fantástica nereida que encendías mis
sueños
apegada a mis brazos como una
enredadera.
Mirabas desde el fondo de dos lagos
azules
que al mirar empapaban la fronda de mi
alma
y al hablarme de vuelos y de sueños
cautivos,
las hojas recogían tu voz lenta y en
calma.
Más tarde, cuando el sol inundaba la
estancia
y el alba temerosa dejaba paso al día,
tu cuerpo de sirena tornábase
almenara,
hoguera de estupor en que mi sed
ardía.
Mariposa encendida de imprevisibles
vuelos
que me dejabas ansia y te llevabas
calma,
eras como las flores de cimas
imposibles
dulce jacinto azul torcido sobre mi
alma.
miércoles, 10 de julio de 2024
Sé que vendrás
Vendrás, sé que vendrás
cuando mi aliento sea solo un suspiro
perdido en las tinieblas del ocaso,
cuando mi cuerpo fluya a la deriva
por un mar sin sentido
de tanto naufragar tras tu silencio.
Vendrás, sé que vendrás
al filo de una oscura medianoche
cuando la madrugada se haga eterna
y en su terca quietud
se niegue a caminar hacia la aurora
del ansiado y postrero nuevo día.
Vendrás y...entonces,
¡cuánto lamentaré no haber vivido
todo el tiempo a la sombra de tu risa
para pintar la nieve de tu rostro
con versos de colores encendidos,
para adornar tus trenzas infantiles
con flores a la vera del camino,
para incendiar la fronda de tu cuerpo
con estas manos mías, como antorchas
en busca de recónditos remansos
donde apagar la sed por tanta espera!
Regresarás, lo sé,
cuando la densa niebla ya me envuelva
con sus brazos de bruja plañidera,
cuando este barco mío ya zozobre
en las sombrías aguas del Estigia
y el tiempo derrochado en no tenerte
me aplaste la conciencia como losa.
Vendrás entonces tierna y afligida
sobre una luna llena exuberante,
ataviada con túnica de seda,
y besarás mi frente tiernamente
con un último beso
en las primeras luces de una aurora
lejana ya, imposible.
2015