viernes, 8 de noviembre de 2013

Soneto XLVIII (Refugio)




Crecí entre verdes mares de espigas generosas,
junto a resecos campos de olivos y viñedos,
entre unos brazos fuertes, refugio de mis miedos
en madrugadas negras de estrellas temblorosas.

La juventud me trajo más lágrimas que rosas
pues del amor yo hice la biblia de mis credos,
mas se me fue la tarde como agua entre los dedos
y vino a mí la noche de zarpas tenebrosas.

Por terminar con tanto vagar sin rumbo fijo
me refugié en tus brazos de fiel samaritana
y allí encontré reposo, calor y buen cobijo.

Y aunque volvió la vida con fuerza una mañana,
ya no encontré las llaves que abrieran mi escondrijo
y me quedé a mirarla pasar tras la ventana.