Ese incierto vivir,esa desgana
que transforma sin más su sangre en hielo,
ese miedo a soñar,ese desvelo
ante cualquier señal en su ventana.
Esa feroz rutina cotidiana
que lo tiene pegado al duro suelo,
ese miedo a sentir,ese recelo
del vívido fulgor de la mañana...
no es más que la vejez,la decadencia
de un cuerpo ajado ya,sin alegría,
que sumiso va en pos de su sentencia;
dejó ya muy atrás su mediodía
y en la tarde navega su existencia
camino de la noche más sombría.