Glosa Nº 5
Apegada a mis
brazos como una enredadera
las hojas
recogían tu voz lenta y en calma.
Hoguera de
estupor en que mi sed ardía.
Dulce jacinto azul torcido sobre mi alma.
Pablo Neruda.
Mi dicha era infinita si al despertar
sentía
junto a mi cuerpo el tuyo bajo la luz
primera,
fantástica nereida que encendías mis
sueños
apegada a mis brazos como una
enredadera.
Mirabas desde el fondo de dos lagos
azules
que al mirar empapaban la fronda de mi
alma
y al hablarme de vuelos y de sueños
cautivos,
las hojas recogían tu voz lenta y en
calma.
Más tarde, cuando el sol inundaba la
estancia
y el alba temerosa dejaba paso al día,
tu cuerpo de sirena tornábase
almenara,
hoguera de estupor en que mi sed
ardía.
Mariposa encendida de imprevisibles
vuelos
que me dejabas ansia y te llevabas
calma,
eras como las flores de cimas
imposibles
dulce jacinto azul torcido sobre mi
alma.