Todas las palabras que quise decirte
en esta mañana de pre-primavera,
están ya engarzadas en viejos poemas.
Hoy sólo me llegan demonios antiguos
saliendo del pozo profundo, obsoleto,
donde los metió el manual del respeto
y las pulcras normas de la urbanidad.
Un deseo dormido que hiere mis
noches
con gritos salvajes de años de galeras
por las tristes aguas del mar de mis
credos.
Deseo que me acucia con ansias de
besos
y que ya no admite
el viejo argumento del falso decoro.
Y es que hoy te amo sin planes secretos,
sin miedo al futuro, sin sombras de olvido.
Y no hay mariposa entre los jazmines
que no haya libado el néctar suave
de tus labios rojos.
Y no queda nube en el cielo infinito
que no hayan seguido tus ansias de vuelo.
Y todo el paisaje, de aquí al horizonte,
estuvo ya preso en tu inquieta retina
mientras me buscabas entre la arboleda.
Y hasta el aire puro que entra en mis
pulmones
en cada suspiro por tu larga ausencia,
exploró primero tu tibia garganta
en busca de versos para mis poemas.
Nunca como hoy, amé la primavera
que, como un torrente sin guía ni freno,
inunda de sangre mis vacuas arterias,
fundiendo de golpe montañas de hielo
de crudos inviernos sin tu risa alegre,
de noches eternas sin tener tu amor.
Tú eres el milagro que siempre se espera,
eres savia nueva
para que rebroten mis ramas resecas,
para que no calle mi apagada voz.
Marzo-
2012 (Reedición)