De la red
Un día se encontraron.
Se conocieron.
Ella dijo que él era una persona
muy sensible.
Él dijo que ella también era una
persona muy sensible.
Ella llegó a la conclusión de que
eran almas gemelas.
Se conocieron más a fondo.
Y ella se enamoró de él.
Él, aunque también muy enamorado,
tenía algunas sombras de dudas.
Por esa razón, se fue a ver a un
jardinero al que contó sus cuitas.
Y el jardinero le dio una
margarita.
Él se marchó deshojando la
margarita y, cuando le salió el SÍ, corrió veloz al lado de su amada para declararle su amor…
Pero cuando él llegó, su amada se
había ido del brazo del jardinero.
Y él se quedó mirando el tallo
pelado mientras pensaba en lo efímero que puede llegar a ser el amor, tan
efímero como las hojas de una margarita…