domingo, 23 de mayo de 2021

Encuentro

 





Caminaba sin rumbo por entre cenagales
de aguas verdinegras con nenúfares muertos,
hastiado ya y ahíto del tedioso domingo,
cuando me di de frente con unos ojos claros
de un mirar tan sereno como el mar en la aurora.
 
Y fueron dos fanales para mi negra sombra
herida ya de muerte de tanto restregarme
la llaga lacerante que me dejó una tarde
de un septiembre sin pájaros bajo las nubes grises
una niña sin alma que siempre sonreía.
 
Fue un encuentro casual en una estrecha calle
de una ciudad antigua nacida en el Medievo
y empedrada de sueños de frustrados amantes
que, como yo, sufrieron el dolor del rechazo
de una esquiva doncella tras la ojival ventana.
 
Pero estos ojos garzos de plácida mirada
consiguieron dar vida al menos un instante
al cadáver sin sangre que habitaba mi cuerpo
desde la tarde aciaga en que partió sin rumbo
con su eterna sonrisa, mi gaviota sin alma.