sábado, 12 de enero de 2013

Elegía por la juventud








Esta tristeza de abril
no es sino el precio pagado
al dios de la juventud:
abriles no aprovechados
se tornaron en quietud.
No cumplí las condiciones
y los jóvenes cantores
del delirio del amor,
bien cantaron sus canciones;
yo, no tuve corazón.

Mi cuerpo es sólo la urna
de un pensar sofisticado
y de un corazón extraño.
¡Se resigna, se estremece,
se vuelve furioso a veces,
tenso si el alma lo guarda...!
Yo y mi cuerpo la queremos
Y deberíamos odiarla.

Alma y voluntad sois una,
¿dónde fue mi voluntad?
Dentro morará apresada.
Alma y corazón sois uno,
¿por qué corazón inerte
no salvas mi voluntad?
Voluntad y corazón…
¡falta me hacéis para el alma!

 ¡Llora cuerpo!
Mientras lloras,
las ideas no trabajadas
tratarán de ser sumisas.
Se ordenarán, se dirán y me dirán:
“Allá abajo, en las entrañas,
enferma la trilogía.
Corazón, voluntad, alma,
este y este son remedios.
Yo, pensando los he hallado.
Uníos y mirad la carne,
como tiembla, como gime…”

Tú me lo agradecerás,
cuerpo mío, bello o feo,
si algún día resucitas
de tu muerte.