martes, 27 de septiembre de 2022

Destello

 

Y en un rincón oculto de la tarde estival

–latigazo psicótico entre tanta cordura-

el contumaz recuerdo desempolvó sus alas

y echó a volar sin norte cegado de lujurias

hasta el balcón abierto de tu esbelta cintura

 –tallo lozano y fresco, lejano ya en el tiempo-

 

 Aquellos ojos tuyos, dos antorchas prendidas

avivando sin tregua las orillas marchitas

de mis torpes creencias, de mi risa olvidada,

fueron resquebrajando sin piedad ni mesura

las columnas de un templo que yo creía seguro

pero que descansaba sobre arenas volubles.

 

Mayo se derramaba por entre los senderos

que llevaban al parque solitario y dormido

y su luz, tan brillante como el fulgor del gozo,

daba lustre a los viejos y ateridos cipreses

y encendía de besos los vistosos parterres

de lilas, de jacintos, de albahacas, de lirios…

 

Entre las viejas ruinas de un lugar sin historia

de columnas esbeltas y ojivas expectantes,

en los instantes previos  a nuestra despedida,

se quedaron por siempre grabados en la piedra

mis voraces suspiros y tus gritos de agua

y aquel deseo antiguo que nos quemaba el alma

 

Te alejaste tan digna, tan altiva y serena

que, tras cruzar el puente sobre el mísero arroyo,

me sorprendió el destello de una lágrima esquiva

que irisada de malvas de un ocaso explosivo

se deslizaba lenta por tu roja mejilla

en un vagar errante sin razón ni destino.