Hubo un primer
amor de risa y luna,
fue un amor con
sabor a caramelo
que se quedó a
vivir entre su pelo
velando sus ojitos
de aceituna.
Llegó luego de
forma inoportuna
un amor más real,
de pies en suelo,
un amor de arrebato,
de revuelo,
que duró lo que el
sol de mi fortuna.
Y por fin, un estío
sofocante,
cuando el trigo ya
estaba sazonado,
llegaste tú con
nieve en el semblante
para apagar mi
fuego enamorado.
Te fuiste tras el
viento de levante…
¡Nunca volvió el
amor aquí, a mi lado!