PAISAJES QUE RETORNAN
lunes, 20 de noviembre de 2023
Desde la terraza (III)
(Sensaciones)
sábado, 11 de noviembre de 2023
PATRIA
“Dicen patria y me pongo a temblar”- Carlos Cano: “Tango de las madres locas”
Navega
este Noviembre, extrañamente cálido y sereno, entre bosques de cipreses
antiguos que decidieron brotar sobre fosas comunes y olvidadas en el tiempo.
Fosas que unos quieren abrir y otros mantener en el silencio de los muertos, en
el olvido. Fosas que contienen huesos que se agitan en el subsuelo patrio y que
no descansan en paz. Huesos que con gritos mudos reclaman lo que un día les
robaron a traición y por la fuerza las hordas enardecidas y henchidas de “amor”
patrio o de odio visceral, la vida, lo más valioso que posee el ser humano.
Hierve el solar hispano en estos días convulsos por viejas añoranzas de unos tiempos sin razón y sin mesura. Mientras, aquellos que un día creyeron ingenuamente que las cosas irían a mejor, observan estupefactos como de nuevo se alzan los brazos hacia el cielo, las caras miran al sol y los cánticos llenan el aire con dejes de nostalgia. Y es que, atado y bien atado quedó todo, sin duda. Y, ¡ay de aquel que pretenda desatar esos nudos sagrados!
“Que se entere el mundo
entero que esta es una nación sagrada, elegida entre todas las demás por
Fuente: Cualquiera de los discursos patrióticos dirigidos a los españoles entre 1936 y 1970.
Y
así es. Agazapados esperan algunos su oportunidad para volver, si es preciso, a
dar sus vidas por España, o al menos, a proclamarlo a los cuatro vientos . Por
esta España de unos cuantos, de los de siempre. Una madre patria amantísima de
los que se creen elegidos por la divinidad pero que solo han sido elegidos por la fortuna. Pero cruel madrastra de todos los demás, de los que piensan distinto y de los parias.
NOTAS:
sábado, 4 de noviembre de 2023
Todos los muertos
Desde
los cementerios, con miles de ramos de flores sobre las tumbas inertes y
gélidas , resucita noviembre un año más de entre los muertos para llenar de
tristeza y angustia nuestras vidas, las vidas de los vivos. Homenajear a los
muertos es tan inútil como creernos vivos para siempre. Ese aroma profundo a
crisantemos, ese llanto tardío frente a una fecha maldita, ese dolor traído de
la noche del recuerdo, no son sino gritos de la conciencia de cuando el muerto,
aún vivo entre nosotros, respiraba con franca indiferencia la misma y siempre
odiosa hipocresía que ahora respiramos frente a él. Para los que un día nos dejaron
para siempre, solo un homenaje tiene sentido pleno: aquel que le brindamos a
diario dentro del cálido recinto de nuestro generoso y apenado corazón.