El soneto ha de
ser camino llano
para quien con el
alma lo leyera,
ha de ser verso
vivo, sementera
de la que brotará
cálido el grano.
El soneto ha de
ser sueño cercano
para quien del amor todo lo espera,
ha de ser bella flor en primavera
y fruto sazonado en el verano.
Guardar debiera un
fondo muy concreto
pero envuelto en
vestido tan brillante
que pudiera
hechizar al más discreto.
Y es que, para
lucir muy elegante,
necesita tener
todo soneto
henchido el
corazón, bello el semblante.