sábado, 6 de febrero de 2016

En busca del tiempo perdido


Hay mañanas en que me despierto cansado de soñar con aquellos días que se me fueron para siempre como agua entre los dedos y vacíos de contenido. Fueron días que, probablemente, comenzaron con ilusión, con esperanza. Días probables que, a medida que avanzaban, se iban transformando en días posibles para terminar siendo días-fracaso. Fueron esos días que se desvanecieron en el tiempo con mucha más pena que gloria. Esos mismos días que ahora, al cabo de los años, vuelven a mi memoria exigiéndome una explicación razonable. Pero no tengo ninguna. Tan solo la impotencia de entender, precisamente ahora, que malgastar los días que uno vive en lamentarnos continuamente de todo no es algo que salga gratis como creía entonces.. Porque con el tiempo vuelven los recuerdos para arañar la conciencia pidiendo explicaciones. Porque los días vacíos no duermen el sueño de los justos sino que, como almas en pena, se quedan por toda la eternidad vagando en el éter de un universo negro de negros nubarrones para al fin, volver a ti cargados de rencor.

Daría cualquier cosa por volver atrás a rescatarlos de su horrible destino, a llenarlos de alegría, de vida…de sentido. Porque no llenar cada hora que vivimos de contenido, es algo imperdonable. Y tarde o temprano, los dioses de la vida volverán para castigarnos por nuestra irresponsable dejadez, por nuestra fría indolencia.

¡Quedó atrás tanto sueño por cumplir, tanto proyecto sin echar a andar, tanto papel mojado! ¡Quedó atrás tanto amor escondido, tanto abrazo reprimido, tantos besos dormidos, que maldices no haber sido capaz de entenderlo entonces, de intuir su importancia. Y terminas por casi renegar de todos los momentos felices de la vida porque te faltó uno. Así somos, como aquel padre que llenó de prebendas al hijo pródigo y se olvidó del fiel, del que estuvo siempre a su lado.

Ahora, sólo queda el consuelo de que no soy el único en sentir el peso de ese tiempo perdido. Que hay otros que, al igual que yo, ya lo sintieron antes. Como Marcel Proust cuando escribió su extensa obra que tituló sin ambages ni disimulos “En busca del tiempo perdido”. Al menos, leyendo su magnífica obra, uno se siente menos impotente en el fallido intento de querer recuperar todos esos días tan alegremente malgastados.Os invito a leerla.



http://ramiropinto.es/escritos-literarios/ensayos/un-escritor/escrito-es/sinopsis-proust/