Roja, encendida, mimosa,
como escapando del suelo,
buscando el azul del cielo
se yergue, altiva, la rosa.
Dobla su tallo y, curiosa,
repara con extrañeza
en la tierra: su rudeza
le comprime el corazón.
¡No entiende que es la razón
de su espléndida belleza!