Ahora
no es consciente de lo que pierde o gana
tiene
una espesa venda tapándole los ojos.
Una
venda llamada juventud.
Ojalá
que la vida mejore sus jugadas
para
que nunca jamás sienta el deseo
de
volver al pasado a recoger los trozos
de
aquellos sueños rotos que se fueron quedando
ocultos
y olvidados al lado del camino.
¡Pedazos
de una vida que ya no se unirán!
Ojalá
que en las tardes de invierno con tormenta,
cuando
las nubes bajas congelen las sonrisas
y
los truenos cercanos opriman la razón,
disponga
de un refugio apacible y seguro
donde
acallar sus miedos.
Para
que nunca jamás sienta el deseo
apremiante,
cercano, irrefrenable
de regresar al antiguo refugio
de
los brazos de aquel amor primero
que
un día dejó partir sin importarle,
sin
apenas luchar por retenerlo .
Ojalá.