La placidez del muerto
Desde siempre me llamó la atención que en los
funerales se llore lo indecible por parte de quienes velan al muerto mientras
éste, el muerto, está allí sin inmutarse, con una carita de relajado que hasta
dan ganas de cambiarse por él. Sí, ya sé que es inevitable el llanto, que somos
humanos y todo lo demás.
Esto viene a cuento porque asistí hace unos días al funeral de un hombre relativamente joven, no había cumplido aún los cincuenta. Su muerte en extrañas circunstancias (se había suicidado) había caído como una bomba entre sus familiares, algo natural dada la juventud del muerto y, sobre todo, la forma de morir. Y es que la muerte de alguien cercano siempre nos coge desprevenidos, incluso hasta cuando la persona en cuestión llevaba ya mucho tiempo enferma. Y nos coge desprevenido porque a casi todos nos asusta la muerte. A todos menos al muerto, él ya no sufre por nada.
Pero ese temor a la muerte no es de ahora, es algo que ha ocurrido siempre, desde que el hombre apareció en la tierra. Y, además, por si fuera poco, somos los únicos seres vivos capaces de sentir ese miedo, ya que somos los únicos que sabemos que un día vamos a morir...¿será por eso por lo que somos tan destructivos?
Sin embargo, ya en tiempo de los antiguos griegos se intentó demostrar que el miedo a la muerte es un miedo absurdo e infundado. Así lo predicaban los discípulos de Epicuro de Samos allá por el siglo IV antes de Cristo. Y los argumentos esgrimidos para ello eran más o menos estos:
" La muerte es la nada. Por tanto, la muerte no puede temerse porque siendo nada, no puede ser algo para nosotros”
No tiene sentido alguno que un hombre
que está vivo tema a la muerte, pues si está vivo, está temiendo a algo que no existe
en él. ¿Acaso atemoriza el hambre cuando acabas de levantarte de la mesa
después de haberte dado un banquete?. ¿Acaso un joven vive amedrentado
constantemente porque un día será viejo? Pues de la misma forma es
absurdo temer a la muerte cuando estamos vivos y disfrutando de la vida. Y, por
supuesto, menos sentido tiene aún temer a la muerte cuando ya estás muertos
porque, entre otras cosas, no te enteras de nada.
Y así es. Creo que ese trauma humano del miedo a la muerte deberíamos tratarlo con filosofía, como los epicúreos, y comprender que pensar en la muerte a menudo es ya morir un poco cada día y que de lo que se trata al fin y al cabo es de vivir. Lo demás ya llegará solo, sin que lo llames. Cada cosa a su tiempo,¿no créeis?
Reedición (De mi blog "Diario Impersonal" publicado en 2014)