Afuera ulula el viento,
y su llanto en la noche
parece eterno...
Pero a tu lado,
al calor de tus ojos,
nunca es invierno.
¡Cómo siento latir
mi ciego corazón
en tu presencia!
Tú eres la esencia,
la más bella razón
de mi existir.
Y es que a mi mundo
lo alumbran dos estrellas:
tus ojos verdes,
dos mares apacibles
donde navego a ciegas
para perderme.
Cuando te alejas
de mi barca sin remos,
se apoderan las sombras
de su bogar incierto.
Y allí me quedo,
a solas con las olas,
prisionero del tiempo.
Por si traes su aroma
brisa lejana
dejo abierta las hojas
de mi ventana.
¡Ay, sueños míos,
libradme del tormento
de no soñar con ella
en mi desvarío!
¡Llevad mi desconsuelo,
mi amor, mi loco anhelo
hasta su olvido!