No sé muy bien por qué,
pero, cuando a la tarde
salgo en busca de soles
para olvidar enojos,
tengo la sensación
de que vas junto a mí,
de que me habla tu voz
y me miran tus ojos.
Y recorro el camino
prendido de tu anhelo,
soñando con el cielo
que a tu lado imagino.
No sé muy bien por qué,
pero, cuando a la tarde
navego por los montes
entre olas de matojos,
me susurran las flores
que no seré feliz
si no logro besar
esos tus labios rojos.
Y el río me traía
el frescor de tu boca
y esa tu risa loca
dando color al día.