viernes, 21 de enero de 2022

Brotes verdes

 

Estábamos tan solos,

tan faltos de calor,

que una gélida tarde decidimos

–cada uno por su lado-

ir en busca de soles amarillos

por el cielo irreal de las palabras.

 

Y entre nubes de versos se encontraron

los tuyos y los míos.

Y cual fino aguijón,

tus palabras de azúcar

punzaron las paredes de mis venas

y penetraron en el lento fluir de mi sangre ya espesa.

Y, como suave lluvia de noviembre,

empaparon mi reseca y escuálida ilusión

logrando que brotaran algunos brotes verdes,

 recuerdos de olvidadas, lejanas primaveras.

Lograste derruir con versos de cristal

las maltrechas defensas de mi mundo,

casi ruinoso ya,

tras una de las últimas batallas por la vida.

 

Mas después,

sin razón aparente,

otra tarde de final del verano,

te llevaste contigo la poesía.

Y todos los poemas,

 los tuyos y los míos,

se perdieron

entre la confusión y el desconcierto

del cambio de estación.


Y me quedé con ganas de saber

de qué color sería tu amor en el otoño.

Y solo me dejaste,

danzando entre las hojas viajeras a la nada,

la dulzura infinita de tus versos de miel,

el penetrante aroma de tu tenaz recuerdo

y el profundo silencio de mis noches sin ti.