sábado, 23 de marzo de 2013

Sueños de papel.



Soñaba por soñar
y una tarde de abril,
cansado de arrojar
tanto sueño infeliz
al olvido del mar,
me dio por escribir.

Y escribí sobre el cielo,
sobre la madre tierra,
sobre paisajes yermos,
sobre unos ojos negros,
sobre labios de fresa...
sobre el ansiado amor.

Y me nombré a mí mismo
valiente caballero,
seductor y altanero
atractivo y galán.
Y mis versos gritaron
contra la adversidad,
contra esa soledad
que enferma el corazón.
Y mis versos amaron
fabricando caricias,
inventando romances
de infinita pasión.

Luego yo los leía
y hasta los releía
y a base de leer
terminé por creer
que todo era real.

Que ese "amor" me llenaba
de sensaciones nuevas
cuando hasta mí llegaba
desde el frío papel.
Que llenaba mi cuerpo
de caricias y besos,
de abrazos,de secretos
que saciaban mi sed.
Que inundaba mi alma
con la lluvia infinita
del amor legendario,
del amor asombroso
que siempre imaginé.

Pero la madrugada
de tentáculos verdes
siempre me despertaba
con su frío glacial.
Y los sueños se iban
detrás de las estrellas
en cada amanecer.

¡He escrito tantos versos
para no salir nunca
de mi pálida piel!
¡Tanto suspiro al aire
sin destino preciso,
sin encontrar el eco
de otro suspiro igual!
¡Cuánta ilusión ahogada
en palabras de agua,
en selectos vocablos
con voz de soledad!

Y al caer el telón
de mis noches en vela,
terminaba sin fuerzas,
sin deseos,sin ganas
de seguir existiendo.
Terminaba mirando
con fijeza excesiva
a una luna ya tenue
elegante y redonda
que en franca retirada
se me antojaba triste
desfilando cansada
al igual que mi alma 
sobre una pasarela
de sueños de papel...