La tarde nos regala aromas inocentes,
como de niño chico,
tras los gruesos olores del verano.
tras los gruesos olores del verano.
La luz se ha vuelto tibia,delicada.
El alma se sosiega y,
los ojos,
cansados de relumbres,
otean las alturas en busca de aire fresco.
otean las alturas en busca de aire fresco.
Es el plácido otoño que llegó,de repente.
Llegó ayer,en silencio,
cargado de tristezas amarillas y ocres melancolías.
Más tarde,
cuando se vuelva viento,
rondará por las noches,
rondará por las noches,
silbando en las ventanas de doncellas ardientes.
Y después traerá
bandadas de hojas muertas
descendiendo en zig-zag:
de mi alma a la tuya,
de tu alma a la mía.
descendiendo en zig-zag:
de mi alma a la tuya,
de tu alma a la mía.
Otoño reincidente,
matando un año más,
sin premeditación ni alevosía,
el brillo de oropel de otro verano...
sin premeditación ni alevosía,
el brillo de oropel de otro verano...
Cuando lleguen tus tediosos domingos
de interminables tardes,
soñaré con sus ojos,
dibujaré sus labios con mi dedo
en el húmedo vaho de la ventana.
soñaré con sus ojos,
dibujaré sus labios con mi dedo
en el húmedo vaho de la ventana.
Y luego miraré como se elevan en raudos remolinos,
desde el parque desierto,
las hojas de los álamos
mezcladas con leves servilletas de papel
que el verano olvidó entre los parterres...
Otoño de tristezas amarillas,
de ocres melancolías.
Otoño de sosiegos...
Otoño de sosiegos...
Es el plácido otoño que llegó, de repente...
Octubre-2010