Una y otra vez
la impertérrita esfera giratoria del tiempo
me devuelve al origen
de las horas sublimes,
de los amaneceres eufóricos, azules,
tras mil noches en vela.
Una y otra vez.
Pero es tan tarde ya,
que no encuentro razones
ni risas ni deseos
con cada aurora nueva.
Y está ya casi seco
aquel pozo de entonces
profundo y rebosante de risas y lujurias
con fondo de ternuras.
Y cansado me espanto, me fustigo y me odio
por tanta ilusión muerta,
por tanta vida viva
como derroché entonces
en inútiles noches incendiarias
de pólvora mojada,
en vueltas y más vueltas de tiovivos
sin norte ni destino.
Una y otra vez,
la impertérrita esfera giratoria del tiempo
me arrastra a los orígenes
de mis sueños más tiernos.
De aquellos sueños míos
inocentes y alados.
De unos sueños tan frágiles,
tan huérfanos de anhelos,
que ya nacieron muertos.