jueves, 10 de julio de 2014

Summertime/Impresiones





Gime el saxo en la azotea del viejo casino, frente a la playa de los ingleses. La pequeña orquesta se vacía tras una noche entera sin parar de tocar.

En la pista de baile, la última pareja apura el sabor de un largo beso que comenzó de madrugada, allá en el rompeolas.

La mañana reparte las nostálgicas notas a golpe de brisa y las lleva hasta el pinar que asoma por oriente, coronado ya de soles amarillos. Y los pinos comienzan a bailar con ritmo acompasado, moviendo suavemente sus redondas melenas de agujas puntiagudas.

Mil destellos brillantes surgen de entre las aguas de un mar aún dormido. Son diamantes tallados a golpes de agua y luz.

Un borracho de alcohol y soledad deambula por entre las dunas lanzando improperios al aire. Un famélico perro de ojos tristes, lo mira silencioso.

Mañana de domingo. El reloj de la torre deja caer las once.

Las gaviotas comienzan su propio festival de risas estridentes mientras sobrevuelan la lonja, hoy cerrada. Ellas ignoran todo sobre calendarios.

Y yo, sentado sobre un peñasco verdinegro amante de las algas, me eternizo mirando la bella inmensidad de un mar rizado apenas. Mientras, pienso en ti, como todos los días, como todas las horas...