jueves, 26 de enero de 2023

GAIA

 






        GAIA (I): Deriva

                        -I-

 Se está secando el río que nos lleva.

La generosa lluvia se cansó de los hombres.

Se ha quedado a vivir detrás de las montañas

y allí riega con júbilo

una tierra desierta pero noble

donde reinan la calma y el silencio.

Una tierra sin humos, sin plásticos, sin hombres.

Y es que el hombre de hoy ya no es el hombre

que miraba la vida con los ojos del alma.

Ahora, sus ojos miran sin mirar,

sin saber lo que miran.

Va recorriendo a ciegas el siniestro camino,

 cruel e irreversible,

que conduce al vacío que lo habita.

 

El hombre de este siglo se ha quedado dormido

sobre la laxitud de su indolencia,

sobre la enfermedad de su codicia,

sobre la mueca cruel de su locura,

sobre la noche oscura de su negra ignorancia.

 

Se está secando el río que nos lleva y,

hasta el viento aquel cálido, apacible

que empujó nuestra barca siglo a siglo

por parajes exóticos, fecundos,

nos lleva a la deriva más salvaje

camino del abismo aquel antiguo

del que jamás volvían los navegantes.

 

Se está agotando el río que nos lleva y,

cuando al fin suceda,

solo seremos polvo en un desierto

de arenas infinitas e infecundas.

Y nadie en este bello planeta de colores,

nadie,

 ni tan siquiera Dios,

nos echará de menos.

 

                                                         

             GAIA (II): Extinción

 

Y cuando ya no estemos,

cuando al fin nos hayamos extinguido

de este planeta azul e irrepetible,

los mares romperán las escolleras,

derrumbarán los diques y y espigones

que un día levantamos contra ellos.

Inundarán las amplias avenidas y,

 entonces,

los gráciles delfines y las siniestras orcas,

visitarán los parques infantiles

y juntos jugarán al pilla-pilla

 entre los toboganes de colores

 que hicieron la delicia de los niños.

 

Los fieros tiburones entrarán en los templos solitarios.

Y al contemplar con sus ojos cegatos

tanta obra de arte, tanta imagen piadosa,

creerán -como todos creímos-

que allí moran los dioses.

 

Los bancos de sardinas, de jureles,

de caballas y atunes,

inundarán de escamas plateadas

los paseos marítimos desiertos.

Y luego marcharán,

cual turistas inquietos y curiosos,

a contemplar los cuadros de las pinacotecas.

Y admirarán los cuadros de paisajes,

aquellos que contienen

extensos bosques verdes y frondosos

de los que dicen los más viejos del mar

que un día existieron de verdad

por todos los rincones del planeta.


 

    GAIA (III): Regeneración

                                            

Y lejos de la costa, tierra adentro,

en los páramos solitarios y fríos,

en los bosques escuálidos y secos,

se oirá la voz de un cárabo perdido

que llama a sus congéneres hambrientos.

Y acudirán en masa mil especies de pájaros cantores y,

al ritmo de sus trinos virtuosos,

regresarán las nubes

que llegarán cargadas de humedad

y traerán la lluvia nuevamente

para regar una tierra baldía y apelmazada

de la que brotarán de nuevo

cual milagro de vida y esperanza, 

los bosques ancestrales y frondosos

que los hombres talaron.


Y este planeta azul e irrepetible

se llenará de vida como antes

de la llegada cruel e inesperada

del cáncer destructivo de los hombres.

                                                (De "Gaia")