Sé que existes, que habitas en el mundo,
en un lugar de ensueño mimado por los dioses
que llaman armonía.
Sé que existes, que tu nombre es embrujo,
que ríes a todas horas sin motivo.
Que el único motivo
es el gozo de sentir por tu sangre
deslizarse la vida.
Te imagino perfecta y seductora
siendo ninfa en ríos transparentes,
náyade azul en las tranquilas fuentes
y estallido de luz en cada aurora.
Rebosas alegría y el deseo
vive en tus labios rojos,
dos pétalos con néctar que libar
en cada atardecer de negros velos.
Existes, aunque seas sólo un sueño
trenzado de imposibles
que persigo incansable desde siempre,
desde el fondo sombrío
de una cuna sin pátina, sin nombre,
perdida en el abismo de los años,
levitando en en la niebla del olvido.
Nunca te alcanzaré. Si te alcanzara,
mi vida perdería todo sentido,
dejaría de vivir con la esperanza
de poder encontrarte en cada aurora,
de sentir tu presencia en cada soplo
de viento en el otoño, en cada nube
de cada atardecer cárdeno y frío.
Haiku 61
Haiku 62
Sueña que es humo
Y al final serán ellas, las estrellas,
los únicos testigos
de la definitiva partida de los hombres.
Al final serán ellas, sólo ellas,
las que, en las noches eternas del invierno estelar
y sólo por matar el tiempo que les sobra,
se comentarán las unas a las otras
que una vez existió
en un bello planeta azul-milagro
una especie tan extraña y dañina
que sus individuos creían ser los dueños
de todo lo existente.
Y reirán como locas
por nuestra pobre y ridícula arrogancia,
por nuestros torpes planes de futuro,
por nuestro inútil afán de querer ser eternos, inmortales,
en algún paraíso diseñado a medida
y vendido a la plebe a golpe de doctrina,
con ilusas promesas,
por cualquier esperado profeta iluminado.
Pero también serán ellas, las estrellas,
las que pierdan un poco de su brillo
de puro aburrimiento
cuando los hombres nos hayamos ido para siempre.
El universo entonces,
se quedará más solo que la una.
Se dormirá mecido por el eco
que dejaron por todos los rincones
nuestras voces de niños malcriados,
nuestros gritos de fieras sanguinarias
enfermas de poder y de riquezas,
nuestro llanto de ancianos caminantes
hacia ninguna parte.
Y luego, al despertar,
sabrá que despertó
de la más increíble y cruel pesadilla,
del más disparatado de los sueños...