No dejes de mecerme
mar infinito,
que tu vaivén de agua
duerma el transitar loco
de mi destino.
No dejes de arrullarme
campo de flores,
que tu nana de pétalos
calme las negras ansias
de mis temores.
No dejes de besarme
viento del norte,
que tus labios azules
traigan hasta mis labios
su dulce nombre.
No pares de llevarme
río de la vida,
hasta alcanzar contigo
del mar definitivo,
la blanca orilla.