domingo, 21 de octubre de 2018

Pálido fulgor


                


           Amémonos un día cual dos sátiros locos
            para poder sentirnos eternos, inmortales
            al menos por un día


Si tu luz fuera flama de soles agosteños
y no destello pálido de luna entre palmeras,
yo sería el ruiseñor que acunara tus sueños
más cálidos, más bellos,
con la dulce canción de mi trino amoroso.

Si tu risa no fuera la triste melodía
del río que se amansa entre sauces que lloran
y sí la danza loca de un riachuelo salvaje
brincando suelto y libre  entre cantos rodados,
yo sería esa roca en medio del torrente
bebiéndome las gotas de espuma saltarina
de tu acuosa pasión.

Si tu mirar oscuro no presagiara llanto,
si tu abrazo forzado no fuera tan glacial,
si al amar simplemente te dejaras amor…
entonces las mañanas serían todas radiantes
como es esta de marzo que trae la primavera
para cubrir la tierra de vida, de calor,
de luz, de savia nueva…

¡Si supieras amarme  como un día imaginé,
 ninguna sombra errante asustaría a mis miedos!