Fotografía de Manuel Ameneiros, cedida amablemente
desde su blog "Espacios y Despacios"
(http://espaciosydespacios.blogspot.com.es/).Gracias Manuel
Fenece esta llama insolente apagando (pagando) su osadía de luz intrascendente
de farol ante la fastuosidad de esa luna redonda que en cada plenilunio
le muda la razón en mística locura y lo empuja sin pausa ni remedio a
venerar su luz, a amarla sin medida.
Y es que el día que
entendemos que el sentido final de este incierto viajar de la cuna a la tumba
no es otro que el amor, nada ni nadie podrá ya detener ese río que fluye sin
diques ni barreras.
Es entonces cuando,
hasta la pobre luz de este farol mohíno y solitario, se atreverá a reunir todo
el valor del mundo para mirar de frente y a los ojos a esa belleza pálida de
guiños seductores que en cada plenilunio lo hechiza con su magia redonda de
eterna enamorada, hasta hacer de su humilde alumbrar apenas un suspiro de brillos
apagados de tanto desearla.
Pero a él no le
importa perder toda su luz en cada luna llena porque sabe que al fin no hay
nada más hermoso que morir por amor.
En las noches sombrías,
solitarias y eternas...suspira y se estremece la llama del farol mientras sueña
impaciente con la feliz llegada de un nuevo plenilunio.