(A una niña soñadora)
Cae la lluvia, serena, delicada,
y en el chorro de luz de la farola
se transforma en saetas que se clavan
en tu pecho de amante solitaria.
Silba el viento detrás de tu ventana
y sueñas con su amor, con sus caricias,
tan dulces, tan reales, tan lejanas...
Y mientras tú le sueñas, él se escapa
hacia la noche negra, hacia la nada.
¡Cruel destino ciego el de los sueños
y en el chorro de luz de la farola
se transforma en saetas que se clavan
en tu pecho de amante solitaria.
Silba el viento detrás de tu ventana
y sueñas con su amor, con sus caricias,
tan dulces, tan reales, tan lejanas...
Y mientras tú le sueñas, él se escapa
hacia la noche negra, hacia la nada.
¡Cruel destino ciego el de los sueños
que sólo traen dolor y
desencanto
a tu sensible alma enamorada!
a tu sensible alma enamorada!