Se marchó tras el viento del otoñouna tarde de sábado con prisasy en los blancos senderos de mi almase dejó un frío manto de hojas muertasque crujían de dolor a cada pasode mis horas vacías sin su risa.Cada noche a través de la ventananoviembre me traía su recuerdo. .Solo el viento me hablaba de su ausenciacon silbos lastimeros de nostalgiaque luego yo vestía de poesía:alimento ficticio para el alma.Aquel otoño fui sólo un fantasmavagando por los múltiples rinconesdonde sus manos exploraron mi espalda,donde sus labios besaron mi tibieza,donde sus ojos, abiertos a la noche,reclamaban de mi absurda indolenciaal menos el calor de la palabra.Se marchó de repente, sin razones,tras la estela de un sueño nuevo y vivollevándose con ella mi silencio,dejándome su risa, su miradaflotando en el vacío de mis noches,grabadas en mi mente a fuego lentopara incendiar las frías madrugadas.