La tarde se desmaya en mi ventana.
Aún hace calor.

Afuera,
bandadas de gorriones exaltados
preparan la dormida
discutiendo por las mejores ramas del jardín.
A lo lejos,
justo detrás de la torre cristiana de los Púlpitos,
una luna naranja asoma su carita.
Viene alegre,coqueta,sofocada,
de tanto caminar detrás del sol.

Cáceres se relaja.
Y yo,
desde mi alma nostálgica,callada,
siento un escalofrío de ternura
al recordar otra tarde como esta,
prendido de sus ojos,de su boca,
rendido por su amor.

Octubre se desgrana lentamente,
con brillos excesivos,
sin ganas de traernos el otoño.
Rebelde e indignado,como todos.
Presiente que este otoño
vendrá con una extraña sementera
de papeletas blancas:
semillas de promesas incumplidas en urnas de cristal.
Y se rebela.

Me salgo a la terraza
cuando la noche ya envuelve con su manto
la vida en la ciudad.
La luna,más tranquila,
pasea su soledad por la gran avenida de los sueños
aluzada de estrellas.
Se ha empolvado la cara
para que el sol la encuentre de mañana
más guapa,más mujer.

Silencio en el jardín.
Los gorriones,cansados de disputas,
se han quedado dormidos.
Sigue haciendo calor.
Octubre está indignado y se rebela.


© Jerónimo.Octubre 2011
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