Ayer supe de ti después de tanto tiempo
y recordé tus trenzas a los catorce años
como dos centinelas que guardaban celosas
tu adorable sonrisa de inquieta adolescente.
Y recordé tus ojos de un azul contundente,
dos zafiros robados a la tierra salvaje
en las lejanas minas de un país oriental
para ser engarzados en el marco perfecto
de tu atezado rostro de princesa gitana.
Ayer…ayer supe de ti.
Me dijeron que habitas en el reino del viento
y con él vagas libre, sin rumbo, sin destino,
siguiendo sus vaivenes, sus giros caprichosos,
bebiéndote la vida sin ahogarte en sus aguas.
Y no me sorprendí, sabes que te conozco.
siguiendo sus vaivenes, sus giros caprichosos,
bebiéndote la vida sin ahogarte en sus aguas.
Y no me sorprendí, sabes que te conozco.
Tú nunca regresabas al punto de partida.
Tú jamás te volvías a mirar unos ojos
tras dejarlos bañados en lágrimas amargas.
Con tu feroz belleza derruías murallas,
tras dejarlos bañados en lágrimas amargas.
Con tu feroz belleza derruías murallas,
con tu loca pasión ahogabas voluntades
y después te alejabas del lugar del naufragio
dejando los cadáveres pudriéndose en la playa
bajo el tórrido sol del eterno abandono.
Ni el frío, ni la lluvia, ni el calor, ni la niebla
lograron retenerte entre cuatro paredes.
Tú salías cada noche a buscar el amor,
un amor sin amarras, sin cargos ni
promesas.
Nunca supiste amar una vez solamente,
nunca bebió tu sed de fuente solitaria:
tú anhelabas beberte todo el mar, sorbo a sorbo…
Ayer supe de ti y volví a preguntarme
después de tanto tiempo si aún recuerdas mi nombre.
Supongo que ya no, que para ti soy nada
cómo mucho, si acaso, un número en tu agenda,
una luz mortecina en tu cielo fulgente…
Ayer supe de ti y se me vino encima
como un alud de rocas pesadas, colosales
el muro aquel de adobes que un día levanté
con la firme esperanza de separar por siempre
de mi frágil memoria tu incendiario recuerdo.
Ya ves, no te olvidé, nunca pude lograrlo,
¿acaso puede alguien olvidarse del cielo
cuando el cielo gimió un día entre sus brazos?
Ya ves, no te olvidé, nunca pude lograrlo,
¿acaso puede alguien olvidarse del cielo
cuando el cielo gimió un día entre sus brazos?
Qué bonito Joaquín. Belleza espiritual hecha verso romántico. Un abrazo.
ResponderEliminarEl olvido a veces es dificil. Un abrazo.
ResponderEliminarQué precioso recuerdo, paree que aún calientan esos rescoldos ;)
ResponderEliminarUy Jero, que bella obra has escrito. Un maravilloso recuerdo para tu proganista, romántico y encantador.
ResponderEliminar¿Sabes? cuando he leído los dos primeros versos, pensé que era yo la de las trenzas, pues coinciden los años, ya sabes, la foto que tengo por ahí puesta, jajaja ¡¡qué ilusa!!.
Me ha encantado, aunque no sea yo, jajaja.
Un cálido abrazo.
Puede que esa foto tuya me inspirase esos versos primeros, Elda, quien sabe...
EliminarLos recuerdos son como la resaca.
ResponderEliminarUn abrazo.
Que bello ha de ser "el reino del viento" Me encantaría poder habitarlo.
ResponderEliminarPrecioso.
Saludos.
A mí también, Aída. Suena a libertad total.
EliminarQue bello poema. Hay amores que quedan grabados en nuestra memoria porque fueron cortos, profundos para uno y olvidables para otros.
ResponderEliminarmariarosa
no es malo que quede grabado
ResponderEliminar“Ayer supe de ti…” así de bien afloran Joaquín, esos pasos ya dados hasta aquí… y siempre queda o quedará el rescoldo del fuego pleno, que nunca se olvida y aviva en el recuerdo. Un abrazo
ResponderEliminarPrecioso y hondo poema de añoranza y recuerdo, amigo poeta Joaquín.
ResponderEliminarBuen fin de semana y besos. María
Hermoso y muy triste poema Joaquín, un amor y pasión tan intensa ¡no se puede olvidar! ¡o no se quiere, para poder seguir viviendo de un recuerdo!.
ResponderEliminarUn abrazo.
Qué poema tan intenso, profundo e incluso melancólico recordando ese amor pasional que nunca se diluyó del todo y que parece ser cual Ave Fénix queriendo renacer de sus cenizas...
ResponderEliminarMi aplauso.
Abrazos.
Qué poema tan hermoso, Joaquín.
ResponderEliminarTienes versos que son en sí mismos poemas según su belleza. Celebro ese encuentro y sus hondas raíces.
Te dejo mi abrazo y mi admiración.
Qué bonito, hay veces que los sentimientos se “desparraman” dejando escritos tan bellos como este, aunque sea en la soledad del recuerdo. Un abrazo.
ResponderEliminarProfundo y bellísimo poema.
ResponderEliminarMe parece precioso.
Un abrazo.
(la libertad a veces se nos fuga )
ResponderEliminarhermoso poema Joaquín, ojalá muchos pudiésemos volar en ella ( libertad)
abrazos
En nuestra vida siempre hay momentos que merecen ser recordados. Y este tuyo bien ha merecido la pena... Hermoso poema amigo. Un gran abrazo
ResponderEliminarGracias amigos por vuestra acogida al poema y por vuestros bellos comentarios.
ResponderEliminarA veces me pregunto por qué nos quedamos en el recuerdo de ciertos amores, tal vez fueron más fuertes de lo que creimos en su mommento. Bello poema Joaquin,.
ResponderEliminarAlejandro
Maestro, esos amores de espíritu de mariposa, son los que más duelen. Uno quiere atrapar a la mujer, porque además de saber amar, encanta su afán de libertad, y y cuando vuelan de nuestro lado, sentimos más su ida. Quizás duela, que no tengamos esa virtud del amor fugaz. UN abrazo. Carlos
ResponderEliminarTe he conocido antes, en este tipo de poemas, Joaquín y siempre sueles superar las expectativas, esa nostalgia tuya se funde con la de aquel que siente,nos lleva a una lágrima un día derramada que se recuerda siempre y que nunca supimos si expresaba alegría o tristeza pero era dulce. Y todo lo resuelves con unos últimos versos de los que se retienen.
ResponderEliminarUn abrazo.