Y
una mañana con niebla, mientras me desayunaba la leche con pan migado, así, de
repente, se presentaba diciembre en la cocina. Y de la chimenea, entre los leños
rojos, comenzaba a elevarse una guirnalda incandescente y viva que me decía que
la Navidad estaba ya muy cerca.
Con las primeras heladas, mi madre me ponía los calcetines de lana, aquellos que la abuela me hizo a golpe de agujas, punto a punto, cuando la comunión. Y mi tío, el vaquero, nos traía cada año una cántara de leche para los desayunos de la familia que nos duraba desde la Inmaculada a Nochevieja.
El día 22, desde temprano, comenzaba el sonsonete de los Niños de San Ildefonso en todas las radios del pueblo. Ibas por las calles y sus voces blancas cantando números y premios no te abandonaban nunca pues ese día, nunca supe por qué, había que subir el volumen de la radio para que todo el pueblo se enterara de que era el día de la Lotería, no fuera a ser que cayera el Gordo en el pueblo y no se enterase nadie.
En Nochebuena siempre había luna llena. Real o imaginaria, yo siempre la veía llena, asociada eternamente a ese día. Su carita iluminada no solo de luz, también de gozo y alegría, me impregnaba del llamado ya por entonces, espíritu navideño. En Nochebuena, antes de la cena, hacíamos arropía en una sartén con costras de tantos guisos, pero que nos sabía a gloria. Más tarde, con la botella de anís casi a media, se arrancaba mi hermano por fandangos y mis primas Julieta y Angelines se marcaban un baile peregrino en medio del salón. Al final, todos a coro, terminábamos cantando villancicos, algo casi obligatorio en esa noche: “Esta noche es Nochebuena y mañana Navidad, saca la bota María que me voy a emborrachar…” Y todo era tan natural, tan de esa noche, que a nadie le extrañaba nada de lo que allí sucedía.
El
día de Navidad siempre nevaba. Los setos de los parques se convertían en
duendes de blancos gorros y estrechas cinturas. Los árboles de la plaza eran
gigantes de barba blanca con chorretes de niebla y carámbano. Los bancos
parecían colchones de algodón con el alma
más fría que el invierno. Y yo me emocionaba con cada una de estas
postales navideñas al natural.
El fin de año lo celebrábamos entre amigos. Nos juntábamos con nuestras primeras ilusiones a flor de piel y para ello procurábamos que en nuestras reuniones hubieran algunas niñas. Para ir aprendiendo a tratar con ellas, a mirarlas, a quererlas. Ellas llegaban tímidas, arreboladas y risueñas. Sus miradas se cruzaban con las nuestras y entonces, emocionados, nos poníamos a hacer o a decir tonterías, las más extrañas y exageradas, para hacerlas reír. Eso era ya un triunfo.
El día de Reyes, remudados y limpios, salíamos de casa temprano a recorrer las casa de los distintos familiares por si los Magos de Oriente nos hubieran dejado algo. Un año, en casa de mi abuela, me dejaron un lápiz de mina negra pero de madera amarilla. El lápiz venía dentro de un plumier de madera con dos pisos. El lápiz se sentía más ancho que Pancho dentro del plumier que olía aún a carpintería, a madera fresca. Y yo me sentí un Rey al poseer semejante regalo ya que nunca, pero que nunca jamás he vuelto a sentir lo que sentí ese día al ver el plumier y el lápiz. Para mí, aficionado ya a escribir algunos versos, no pudo haber mejor regalo.
Tras el día de Reyes, solo teníamos un día para disfrutar de los regalos. Al siguiente, a la escuela, a aprender, a tiritar de frío y a jugar con los colegas. En definitiva, a terminar de vivir la maravillosa infancia. Y a esperar a que llegara la próxima y mágica Navidad. Aún faltaban algunos años para comenzar a dejar de verla así.
Navidad-2022
¡¡FELIZ NAVIDAD Y QUE EL NUEVO AÑO 2023 OS TRAIGA A TODOS DICHA Y FELICIDAD A RAUDALES!! ¡¡Y, POR SUPUESTO, MUCHA INSPIRACIÓN!!
Hermoso relato llenos de nostalgias, ¡¡¡Felices fiestas Joaquín!!! un abrazo
ResponderEliminarFelices fiestas y feliz año, Carmen. Un abrazo
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ResponderEliminarCierto amigo Joaquín.
Aquellas navidades mágicas, ya lejanas. Fueron una época, la nuestra y la de tantos, antes y después de nosotros. Pero época al fin y al cabo. Y como indica la palabra, fin determinado. Aunque no se pueda determinar ese "cuando"... Que puede que no sea cronológico. Y sí personal de cada uno.
Impensable hoy que una abuela pueda hacer "calcetines de lana"... Y también recibir de regalo "un plumier de madera con dos pisos, que olíese aún a carpintería, a madera fresca."
¡Bendita sea la Navidad de entonces! Como bendita es la Navidad de ahora
para quienes así la viven. Niños, jóvenes, adultos, etc.
Hoy los "lápices de mina negra y madera amarilla" se denominan de otra manera.
¡La vida Joaquín! Simple y natural.
Fuerte abrazo. Feliz Noche.
Sí, una época entrañable donde la simple inocencia nos convertía en las criaturas más felices de la tierra.
EliminarFeliz año Ernesto y que sigamos compartiendo experiencias y poesía.
Un abrazo.
Preciosísmo relato...
ResponderEliminarMe has hecho vivir a fondo lo que fue tu Navidad; la hermosura de la simplicidad en ese regalo del lápiz; en esa leche fresca; en esas bromas a las niñas; en esos gigantes y gnomos de nieve...; en toda esa ilusión inmaculada de tu infancia. ¡Y tu amada luna, siempre a tu lado, poeta, inmenso como la noche!
Siempre me emocionas...
Que la profunda armonía de esos recuerdos maravillosos te sigan envolviendo con toda su dulzura. Sobra el "Feliz Navidad", porque Ya la tienes dentro.
Un fuerte abrazo, compañero!
Ahora escucho el invierno de Vivaldi, y la lágrima que asomaba al leerte se me derrumba...
EliminarGracias...
Querida Maite, es una delicia leerte incluso cuando haces un comentario porque en todo lo que escribes está presente tu enorme sensibilidad que siempre - por suerte- es contagiosa.
EliminarGracias por tu presencia en este blog de poesía y disparates varios, personas como tú sois los maravillosos "culpables" de que se mantenga vivo.
Que tengas el mejor de los años y, sobre todo, que sigamos manteniéndonmos en contacto.
Un fuerte abrazo.
La nostalgia cuando extrañamos un retazo del pasado, ojalá sea de la infancia, es hermoso, como en este texto de antología, memoras con memoria pictórica lo que era para ti, la jornada navideña.
ResponderEliminarMaestro con gran aprecio, que pases unas felices fiestas. Un abrazo. Carlos
Estimado Carlos, siempre nos quedará ese rinconcito en la memoria donde acudir en busca de nuestros mejores años cuando todo se ponga cuesta arriba.
EliminarTe deseo lo mejor para el año que comienza y, por supuesto, que sigamos leyéndonos.
Un abrazo, poeta.
cada época tiene sus luces y pifias ...al final los seres humanos repetimos patrones y conductas desde el paleolítico
ResponderEliminarfeliz navidad y mejor 2023
abrazos
Muy cierto Elisa, así es y será en el futuro.
EliminarFeliz año también para ti y que sigamos compartiendo poesía y sentimientos.
Un fuerte abrazo.
No me digas que ha desaparecido ese niño que todos llevamos dentro y que disfrutaba tanto en las Navidades, las que recuerda tan bonitas y con tanto detalle??.
ResponderEliminarEl relato que has hecho es una preciosidad, dulce y entrañable.
Fíjate que yo no recuerdo como pasaba las Navidades aquí en Madrid. Quizás como no tenía hermanos y la familia era tan corta, pues no resultaba nada especial. Es muy extraño que no tenga ningún recuerdo, sin embargo sí, del día de Reyes... y cuando me enteré ya bien mayor que eran los padres, lloré desconsoladamente, jajaja.
Me ha encantado leer tus recuerdos navideños Jero.
Te dejo un gran abrazo.
Feliz año, y por supuesto día de Reyes aunque seamos mayores.
Hola Elda. La prueba de que no ha desaparecido ese niño es este mini relato que me ha salido de un tirón para felicitaros la Navidad. Pero también es cierto que luego, cuando los años van pasando, ya no se vive igual la Navidad aunque nunca desaparezca del todo de nuestra memoria y de nuestros corazones.
EliminarFeliz año amiga, que el 2023 te traiga lo mejor empezando por los Reyes.
Un fuerte abrazo
Como te dice encima de mi ELDA ¿ cómo que ese chiquitín de JOAQUINETE va a haber desaparecido? mirate bien, que por ahí, en algún rinconcillo de ese corazón enorme que tú tienes seguro que está ; ) el pasado es imposible que vuelva, pero la ilusión porque esas sensaciones de la infancia permanezcan siguen dentro de cada uno, con otras caras, otras costumbres pero igual de bonitas si nos empeñamos en ello... y sí, ya sé que me vas a decir que no es lo mismo, que faltan personas muy importantes... es verdad, pero ¿sabes qué? si toda esa gente que se fue la llevamos dentro, está con nosotros sin ninguna duda...
ResponderEliminarTu relato es precioso, se te ve la carita iluminada al ponerte los calcetines de tu abuela o descubrir ese lápiz maravilloso dentro del plumier...se te ve; )
Ahora cambias los calcetines de tu abuela, por esa maravillosa corbata y el lápiz por una pluma y caaasi igualito... jajaja
No sé JOAQUÍN, a veces la melancolía nos despachurra el corazón pero hay que respirar hondo y seguir adelante, con la seguridad de que siempre está en nuestra mano seguir sembrando recuerdos preciosos en los que nos rodean y sin ninguna duda los que a ti te rodean son muy afortunados de disfrutar de estas navidades y todas las que nos quedan por disfrutar con la misma alegría de antaño... ahora serás tú el que le pongas ese lápiz mágico en le plumier de tu nieto o qué se yo... un monopatín, porque al final lo que importa es seguir dibujando preciosas sonrisas en las caritas de nuestros niños.
Como siempre un placer enorme leerte y disfrutar de tus recuerdos, perooo ni se te ocurra permitir que la melancolía tristona te invada... ¿ trato hecho? agárrate a la botella de anís y a rascarla con alguna cancioncilla ; )
Un beso grandísimo y muuy muy feliz Navidad, año 2023 a puntito de estrenarse y para reyes .. ya hablaremos mi querido JAOQUÍN!!! : )
Bueno, como le digo a Elda, algo queda, aunque nunca será lo mismo, eso me lo tienes que reconocer. Los avatares de la vida y el tiempo todo lo cambian. Eso sí, coincido contigo en que nunca desaparecen del todo aquellos bellos sentimientos, se transforman en otras sensaciones, en otros deseos.
EliminarGracias María, tus comentarios siempre son un faro de luz en la tormenta.
Te deseo un feliz año 2023, que se cumplan todos tus deseos y que sigamos en contacto.
Un abrazo enorme.
PD: Nunca llevo corbata, me ahoga las ideas.
Me parece bien que no lleves corbata, la mayoría de las personas que la usan les queda como a un santo tres pistolas, mucho mejor que respires cómodamente, sin duda! pero por favooooor que ya estamos en 2023, ya terminó la Navidad, pasaron los reyes y no recogiste tu regalito que sigue (s) allí sin desenvolver ...y ya estamos a mediados de enero...y se te echa de menos, hasta los camellos preguntan por ti ; )
EliminarMuuchos besos, espero que aunque calladito, estés muy bien!
Joaquín, has recuperado el pasado y lo has hecho vivo y presente, amigo...La Navidad habita en tu interior sin tiempo, porque la has detallado con verdadera emoción y la hemos captado emocionados...Aún conservas sus olores, matices y sorpresas mágicas, que llenaron tu alma por siempre, porque hoy "aquel niño" es el escritor que hoy pinta el sentimiento y lo eterniza con entrañable sencillez, Joaquín.
ResponderEliminarEspero que estés pasando hermosos días con los tuyos y que el año nuevo te siga trayendo tu inspiración y tus preciosas letras, amigo poeta.
Mi abrazo entrañable y admirado por tus generosos posts y poemas.
Muchas gracias María Jesús. Te deseo lo mejor para el año quue comienza y que la inspiración y las buenas letras no decaigan tampoco por tu casa literaria, siempre un lugar mágico de luz y esperanzas.
EliminarFuerte abrazo, amiga.
Es tan emotivo que no sé qué decir...
ResponderEliminarJo...
Feliz 2023, Joaquín.
Un abrazo.
Qué bonito y entrañable!!.
ResponderEliminarY tan conmovedor.
Feliz 2023.
Un abrazo.
Por un año de paz, amor y creatividad, a manos llenas. Porque ese niño que fuiste y sigues siendo, siga pensando y escribiendo tan bonito. Abrazo fuerte y largooo, poeta.
ResponderEliminarMe ha emocionado mucho tu escrito Joaquín, pues me has traído a mi propia infancia que recuerdo con mucha ternera. ¡Feliz 2023 junto a toda tu familia y amigos!.
ResponderEliminarAbrazos.
No sé dónde fue a parar mi comentario, pero que te felicité el 2023, dalo por hecho.
ResponderEliminarNunca es tarde.
Mil cariños, Joaquín.